viernes, 19 de diciembre de 2008

Un Buen Soldado Checo



Al poco tiempo de haber detonado la pistola de Gavrilo Prinzip en Sarajevo, los perros en Praga ladraron de alegría por las calles de la ciudad. Y es que el buen soldado checo se apuraba a alistarse en el ejército de Su Majestad Francisco José de Habsburgo para ir a combatir en el frente oriental en el inicio de lo que sería la Primera Guerra Mundial.

Devoto de su país y fiel súbdito de Su Alteza Imperial, el buen soldado checo se presentó ante la autoridad competente con todas sus credenciales a la vista. Principalmente con el certificado médico que lo declaraba oficialmente un soberano idiota y del cual parecía sentirse muy orgulloso. Los oficiales a cargo del reclutamiento en el ejército austro-húngaro pensaron que se encontraban frente al clásico caso del soldado que trata de evadir sus responsabilidades pasándose de listo y de cualquier manera lo incluyeron en la tropa. Tiempo habría, más pronto que temprano, para que se arrepintieran de su arrogante deducción.

Pero no culpemos solamente al buen soldado checo de las caóticas situaciones que provocó en el ejército una vez enlistado y que ¿quien sabe cuanto habrán influido en realidad a que Austria-Hungría perdiera la guerra?... Debe haber responsabilidad compartida con sus jefes inmediatos. El primero de ellos, Otto Katz, era el capellán de la tropa y rendía el mismo culto al vino de consagrar que al de los gentiles. Ni siquiera se dio cuenta cuando, borracho como una cuba, perdió a su secretario jugando a las cartas con el Teniente Lukas. Lukas por su parte era un donjuán y con la ayuda del buen soldado checo lograba llevar sus conquistas galantes a buen fin y también…

… logró que lo destinaran al frente de batalla.

No es que Lukas no fuera patriota, pero había que reconocer que se estaba más cómodo y seguro haciendo trabajo de escritorio y persiguiendo faldas que jugándose la vida con los rusos. Es mas, daba tan buena imagen ser oficial del ejército que, para ser mas contundente entre las damas bohemias, se le ocurrió que, aparte de su uniforme, pasear con un perro fino le daría un aire simplemente irresistible y así se lo sugirió a su nuevo asistente. El buen soldado checo, afanoso por complacerlo, recurrió a su antiguo oficio y le consiguió un ejemplar envidiable con el cual Lukas no podía contener su vanidad al pasear por la ciudad y atraer así las miradas de todo el mundo. Lo malo de atraer las miradas de todo el mundo fue que también atrajo la mirada del dueño del perro que resultó ser un superior en el mando de su división y en vez de ganarse el corazón de alguna fémina, se ganó que lo mandaran de castigo a esquivar balas. Y es que quedaba pendiente comentar que el antiguo oficio del buen soldado checo era contrabandear perros en Praga.

Después vino la Anábasis del buen soldado checo que, habrá que reconocer, fue bastante menos épica que la de Jenofonte y sus Diez Mil. Quizá con tanta contrariedad que le provocara con su incompetencia, el teniente Lukas pudo haber estado plenamente justificado de abandonar dolosamente a su ayudante en la primera estación de tren que pudo y desparecer de inmediato con todo y la tropa en la esperanza de que alguna autoridad militar descubriera a nuestro personaje y lo ejecutara por desertor. Y aunque oportunidades para esto no faltaron, ni razones tampoco, el caso es que todos los militares a los que el buen soldado se fue encontrando en su camino quedaban tan avasallados por su disposición a sacrificarse en aras del imperio (y sobre todo por su docta estupidez) que se lo fueron pasando como papa caliente hasta que lo regresaron con su regimiento, que a la sazón estaba acantonado en Budejovice, provocándole un soponcio al teniente Lukas, una vez que lo vio de vuelta sano y salvo reportándose humildemente, al tiempo que hacia el saludo marcial.

De Budejovice hacia Galitzia el buen soldado checo marchó con su tropa, la onceava compañía, atravesando Hungría. Al mando de la compañía se encontraba el teniente Lukas y el capitán Sagner como su inmediato superior a cargo del batallón. Por encima de todos y a la cabeza de la División tenían al coronel Schroder que tenía la no muy envidiable labor de coordinar a todos esos personajes que si en algo se identificaban era en el poco entusiasmo que sentían en dejarse matar por los rusos en nombre del emperador. Con la digna excepción del cadete Biegler, el resto de la tropa consumía el tiempo en actividades muy poco castrenses. Así, el sargento mayor Vanek que se la pasaba jugando a las cartas y cuidando que Baloun no se comiera los víveres del resto, y Marek que encargado de escribir la crónica del batallón se la pasaba inventando tonterías acerca de lo que de gloria futura les deparaba el destino a cada uno de los integrantes de la compañía incluidos el cascarrabias del teniente Dub y el telefonista Chodounsky.

Pero la armonía de grupo se rompió el día que al buen soldado checo se le ocurrió probarse el uniforme que un soldado ruso había dejado abandonado en el campo. Resultó que al tiempo que nuestro personaje se enfundaba en traje enemigo una patrulla amiga pasó por ahí y lo hizo prisionero de guerra. Cuando el buen soldado checo logró convencerlos de su error (suyo y de ellos) y de que lo devolvieran con su tropa, ésta ya estaba en el umbral de la acción frente a los rusos. Y antes de saber si nuestro liante amigo pudo contagiar con su caos circundante las líneas enemigas sucedió algo inesperado… Jaroslav Hasek murió.

Jaroslav Hasek comenzó a escribir “Las Aventuras del Buen Soldado Svejk” poco antes de su muerte con un plan inicial que contemplaba un total de seis libros de los cuales solo terminó cuatro antes de que la tuberculosis lo llevara al cementerio del pueblito checo de Lipnice nad Sázavou, dónde vivía, el 3 de enero de 1923. El buen soldado Svejk es un personaje que está inspirado en la propia vida de Hasek, el cual es descrito por sus biógrafos como el vivo retrato del artista bohemio y no solo por haber nacido en esa región de la Europa Central sino por sustentar una personalidad desordenada e irresponsable pero poseedora de un talento innegable.

Inspiradora a su vez de personajes tan clásicos, como Yossarian en “La Trampa 22” o Beto el Recluta en las tiras cómicas, “El Buen Soldado Svejk” retrata por primera vez al soldado desprovisto de ese fervor nacionalista y de ese deseo romántico de entregar su vida por la causa de su país. Al igual que los personajes de Heller y de Walker, los personajes de Hasek, principalmente Svejk, no sienten la más mínima atracción por la gloria que les espera, se dejan llevar por la rueda del destino, con sobrada resignación, vulgarizando (sino que humanizando) la imagen de la guerra ante los ojos del lector. Sergio Pitol y Milan Kundera aplauden este efecto que a largo plazo detonará socialmente a la Checoslovaquia de finales de la era comunista ayudando a precipitar la caída del régimen.

Gracias a la intervención del ilustrador Joseph Lada la obra fue publicada después de la muerte de su autor y se convirtió en el primer bastión de la literatura universal del siglo XX en contra del militarismo. En los años cincuenta Karel Steklý realizó la adaptación mas fiel de la obra de Hasek, en donde hasta los actores parecen haber salido directamente de las ilustraciones de Lada dando vida así a uno de las joyas del cine checo. En la película Steklý debe resolver de manera convincente ese reto que dejó a los realizadores la muerte prematura del autor que es el de brindar un final consistente a la calidad del relato y al director no le tiembla la cámara para mostrar a un Svejk de pie en medio del bombardeo enemigo sobre su campamento con esa misma actitud de desinterés idiota, que siempre mantuvo a lo largo del relato, por las cosas importantes en las que los grandes líderes nos involucran para justificar sus mezquindades.

Algunas veces las sociedades debieran seguir el ejemplo de este soldado gordito y bonachón... ¿quién quita y les pase lo que le pasó a la Checoslovaquia de los años ochenta?... cuando adoptando una actitud indiferente a la propaganda oficial y siguiéndole la corriente a los poderes fácticos, sin descuidar los intereses propios, fue capaz de transformar un sistema que ya no le era útil y dio paso a una nueva primavera para su gente.

miércoles, 8 de octubre de 2008

In Memoriam




Siempre que salía con María a tomar un café, para descansar de la rutina diaria en el campus, me gustaba pedirle: “Préstame tus ojos. Quiero que me cuenten que han visto”.

Y siempre me contaban las mismas historias, pero, a pesar de la repetición, me gustaba escuchárselas decir una y otra vez, porque indefectiblemente había un detalle nuevo en ellas cada que volvían. Así fue como viajaba con ella cada vez que aceptaba a mi imaginación como pasajera en el tren de sus recuerdos… y viajábamos juntos sin alejarnos un solo centímetro de la mesa del café. Y me guiaba por la ruta de la casa de Ocumare de la Costa, de los bailes de la abuela cuando los años dorados de Pérez Jiménez, de Jeb y Tailandia, de Eduardo y los jueves de Salsa, de París y el Quay D’Orsay, de aquellos carnavales en Caracas, de Billo y la música de sus nostalgias, de sus viajes a Maracay y La Guaira y de las navidades con su familia en Venezuela llenas de risas y llantos, de Madame Bovary en francés, de su amor platónico por Madrid y por Serrat, de Liliana y esa peligrosa complicidad femenina que siempre terminaba en fiesta, de ese laberinto de papel, llamado Biblioteca, que exploraba diariamente junto a Salim, Monse y Paula, de su colaboración con Zertache para diseñar los planes generales de limpieza en Hazel Farm, del Arauca Vibrador y de esos libros que me regalaba y que hablaban del llano de “Doña Bárbara” con las “Lanzas Coloradas” desfilando entre sus “Casas Muertas”.

Todavía lloraba cuando alguien cantaba “Ansiedad” y las historias de Cri Cri le devolvían los recuerdos de su infancia. No paraba de viajar por cuanto lugar se le pusiera enfrente y nadie que osara atropellar el buen orden de su entorno se salvaba de un regaño.

Más de una vez me dijo: “No pierdas tu tiempo. Si quieres a alguien díselo, si algo no te gusta no lo hagas, y sobre todo acuérdate siempre que este día que estas viviendo es el mas importante de todos y repítetelo todos los días”.

Al igual que ustedes, hoy no me quedan mas que mis ojos para mirar el mundo exterior y lo percibo mas grande y mas vacío que ayer. Pero cuando me detengo en su recuerdo me doy cuenta que la única imagen que guardo de ella es de cuando compartíamos algo con sonrisas o estaba ahí para apoyarme en los momentos difíciles y hacerme entender que la vida vale la pena vivirla si y solo si tienes la firme intención de ser feliz y atesorar lo positivo que ella te ofrece y es entonces cuando comprendo que me dejó un regalo invaluable… le regaló ojos a mi alma.

Perdón por robar un poco de su tiempo con esta reflexión tan larga pero, al igual que todos, la extraño mucho y no sé como compartirlo.

Que Dios la bendiga.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Terrorismo Semántico



Hace algunos años comenzó en nuestra ciudad la incipiente práctica del karaokismo, misma que en los últimos días se ha acentuado en la preferencia de ciertas personas que comienzan hacer de esta tecnología (por lo menos en el puerto) una práctica doméstica común.

Un amigo muy naco que se acaba de comprar un karaoke (nótese la envidia subyacente en el comentario), nos invitó a unos cuantos íntimos a conocerlo y una vez ahí no te puedes sustraer a la tentación y terminas probando si realmente funciona correctamente, o sea, si logra el milagro de que tu voz se escuche con un atisbo de entonación decente siquiera una vez en la vida.

Por azares del destino la canción elegida para recrear una dinámica de nuestras miserias corales fue un bolerito mexicano de padre boricua compuesto en 1950.

Por primera vez en la vida fui capaz de cantar una estrofa sin desentonarme y eso me hacia sentir que si no perdía la concentración sería capaz de terminar la canción sin hit ni carrera en contra, pero...

¡Siempre hay un pelo en la sopa!

Resulta que al comenzar la segunda estrofa, de repente me quedé mudo y un frío glacial me recorrió la espina dorsal cuando mis ojos leyeron:

"Yo se que te mueres
cual pálido SIRIO
y se que me quieres
que soy tu delirio...
y que en esta vida
he sido tu CRUZ"

Y es que a espíritus ultrasensibilizados por la guerra como el mío, en ciertas circunstancias las homofonías nos causan conflicto. Lo primero que me pasó por la mente es que si el Sirio ese del que habla la canción está pálido es porque tiene miedo y cuando a un árabe se le va el color y hay una Cruz de por medio todo comienza a oler a conflicto religioso. De repente a mi mente vino la revelación, en un momento todo tuvo sentido y en un súbito, pero heroico, ataque de histeria salí corriendo pasando por encima de todos y gritando a voz en cuello:

¡UNA BOMBA! ¡SALVESE QUIEN PUEDA!

Después de controlar mis ansias de huir despavorido del lugar por la tácita amenaza terrorista del mensaje, los demás me explicaron que no pasaba nada, que el baboso que había hecho el archivo kar había tenido un error de ortografía y donde debería haber una "C" había una "S". De esta forma, corrigiendo la integral de camino a mis pensamientos comprendí que Rafael Hernández estaba pensando en una vela grandota cuando escribió la canción y la cruz del final era un artilugio poético y no un subliminal religioso reaccionario.

Ya en la calma, uno se pone a pensar que se habria de organizar una cruzada en contra de la poca calidad cultural de los productos que al masificarse nos inducen a aceptar y convertir errores gramaticales absurdos en uso común y con el tiempo hasta en norma de lenguaje. Y deberiamos empezar en casa, interesándonos por leer un poco más ya que eso nos ayuda a ampliar nuestro léxico y mejorar nuestra ortografía de manera natural. No se que día un primo miraba con cara de “¿what?” a mi hermana, quien en la Cena de Pascua, en Semana Santa, nos explicaba que Moisés abrió un venero en una roca con la ayuda de un "cayado". Al final comprendí que el menso del primo todo el tiempo pensó que el "cayado" era un ingeniero amigo de Moisés que seguramente era muy discreto... o mudo.

Es por eso que siempre es bueno consultar el tumbaburros ante la duda para preservar la infalibilidad y evitar que algún idiota intelectualoide (como cualquiera de los autores de esta columna) nos quiera venir a corregir.

jueves, 25 de septiembre de 2008

El '78 No Se Olvida



Pensé que lo había superado, pero hace algunos días lo ví de nuevo y aunque había cambiado de apariencia supe de inmediato que era la misma persona que me causó el trastorno mental. A pesar de que han transcurrido 35 años desde aquel trágico suceso, mi mente me devolvió a las mismas angustias y delirios de cuando era un infante y tuve que pasar por una de las pruebas mas difíciles de mi vida.

No se trata de un problema sexual ni de drogas, es algo peor. Está entre la obsesión y la adicción, y además todos los mexicanos (con la digna excepción de Carlos Monsiváis) la padecemos en mayor o menor medida, es una pandemia que se esparce mas rápido que el SARS.

Grosso modo, la historia es la siguiente: hace algún tiempo y a sugerencia de mi psicólogo me mudé a Toronto para estar lejos de mi vida pasada porque si seguía en México, el entorno no me dejaría recuperarme. Tenía que dejar atrás mis adicciones y vivir en un lugar que no me las sugiriera ni por error...

¡Tenía que huir de mi afición al futbol!

¬ Canadá está limpio ¬ me dijo el galeno ¬ puede usted buscar consuelo allá con un deporte mas sano.

Y todo estaba bien hasta que hace poco me aventuré a leer la sección deportiva de algún diario en internet. De repente lo vi de nuevo, ahi estaba, era él, el mismo de antes pero sin la barba ni la melena, pero era él, ahí estaba en los periódicos declarando sobre la derrota de México ante las japonesas... era él... ¡já! ¿si lo sabré yo?...

¡ERA LEONARDO CUELLAR!

Todo comenzó a mediados de 1978, yo tenía diez años y como todo niño normal me gustaba el futbol. Se podría decir que mi afición se mantenía dentro de los estándares normales de cualquier niño de mi edad. Pero cuando el balón estaba a punto de empezar a rodar en Buenos Aires, los medios me empezaron a apabullar, mi cerebro de pronto se vio invadido por imágenes de jugadores, ofertas de playeras con escudos, posters, balones oficiales, etc. Jose Antonio Roca declaraba a la revista Proceso que seríamos campeones del mundo: primero le empataríamos a Alemania (después de todo eran los actuales campeones del mundo), derrotaríamos a Polonia y por último golearíamos a la débil Tunez. ¡Nadie nos detendría a partir de ahi! Las campañas mediáticas estaban justificadas ante el optimismo que embargaba al país entero en esa época.

Por un lado se nos había dicho (desde la cima de la colina del perro) que habría que aprender a administrar la abundancia, y por otro, que nuestro lugar en el concierto internacional del futbol sería diferente después del mundial de Argentina. ¡La Concacaf y la OPEP se nos hacían chiquitas! Fue así, con esta feria de las vanidades detrás, que una campaña diabólica me sedujo. Era un juego que regalaba una compañía de refrescos donde un cartón pintado de verde, unas cuantas corcholatas con las caras de los flamantes seleccionados y un botón nos convertían en los dioses del estadio, en directores técnicos, en cracks internacionales, en cronistas mas elocuentes y pintorescos que Angel Fernández.

¬ ¿Y salen todos en las fichas? ¬ preguntaba algún despistado en el recreo

¬ “T O D O S” ¬ era la respuesta al unísono del resto del grupo de párvulos, con un dejo de indignación porque alguien no estaba enterado de algo tan crucial y relevante en nuestras vidas.

Y sí, ahí estaban: Pedro Soto, Pilar Reyes, el “Cora” Isiordia, Alfredo Tena, el “Gonini” Vásquez Ayala, el “Wendy” Mendizábal, Toño de la Torre, Víctor Rangel y Hugo Sánchez, entre otros integrantes de la futura selección campeona del mundo.

¬ Espérense tantito ¬ reflexionó alguien ¬ ¿Cómo carajos va a salir Leonardo Cuellar?

Era una acotación muy razonable a nuestra tierna edad si tomamos en cuenta que la foto del jugador solamente mostraba su cara en un espacio tan reducido como el revés de una ficha, era justo pensar que la melena de Cuellar no cabria. De cualquier manera, olvidados del asunto, hicimos un recuento de nuestras fichas a las dos semanas siguientes (con varias ausencias porque algunos después de tanta cola hacian cola en el hospital)… faltaba una ficha, decía el corcholatero consejero del IFE. ¿Quién falta?... pues LEONARDO CUELLAR.

Era la ficha encantada, rápidamente pensamos en mil formas de hacernos de la tan deseada corcholata. El camino sencillo era pegar en una ficha un grotesco recorte del poster de la selección que había salido en el teleguía. Pero no era lo mismo. Fue entonces cuando a algún discipulo adelantado de Maquiavelo se le ocurrió que asaltáramos a la cooperativa escolar antes de la fiesta de fin de cursos: el plan consistía en destapar todos los refrescos una noche antes del evento con tal de conseguir la tan anhelada ficha. Sería una operación quirúrgica magistralmente ejecutada sin parangón en la historia, mucho más efectiva que la hitleriana “Noche de los Cuchillos Largos”, esta vendría siendo algo así como la “Noche de los Destapadores Cortos”. El balance al final, sin embargo, fue frustrante: Cuellar nunca apareció; al día siguiente los asistentes se tomaron los refrescos sin gas; a nosotros nos reportó un compañero chismoso del salón y nos corrieron de la escuela y de pilón nuestras familias tuvieron que pagar las cocas destapadas…ah! y finalmente México fue goleado por Alemania 6-0.

Avergonzado de este acto delictivo, decidí huir de la casa y juré vengarme de esa generación de jugadores malditos. Me mudé a Monterrey y conseguí trabajo de recogebalones en el Estadio Tecnológico. Algunos años más tarde reconocí a Pilar Reyes en el equipo contrario durante un partido de futbol y me negué a regresarle un balón. Ya no recuerdo nada más porque después perdí el conocimiento y cuando lo recobré se me acusaba de haber empezado una bronca monumental en el Monterrey-Tampico la tarde del sábado anterior y todo el mundo en la sultana me quería linchar porque vetaron el estadio por quien sabe cuantos juegos. No dejaba de repetirme que todo se debía a mi enferma afición al futbol y a los rencores y actitudes equivocadas que eso genera. Finalmente estuve dos años en terapia con un psiquiatra muy reconocido en la ciudad que me recomendó venirme a vivir a Canadá.

¿Estaré curado? no quiero recaer, pero me gustaría volver a ver jugar a mis equipos de la infancia, al América, a los Pumas, a las Chivas, aunque sea al Zacatepec o a la selección, no importa que algún día la dirija Hugo Sánchez, además...
¡¡¡NO ME GUSTA EL HOCKEY!!!

sábado, 13 de septiembre de 2008

Tenemos Miedo



Es como si una corriente eléctrica nos recorriera la espina dorsal, o como si alguien de repente se llevara todo el aire disponible y nos dejara con la angustia de encontrar una minúscula pizca de oxígeno que llevarnos a los pulmones.

Ya sea una cosa u otra, el asunto es que el miedo, esa angustiosa sensación, poco a poco va cambiando de personalidad. Antes nos asustaban con el Coco, la Llorona, el Duende o el Nahuál y nos quedábamos en vela temblando ante la posibilidad de que se nos apareciera uno de esos macabros entes cuyo mayor talento era la incertidumbre de lo que serían capaces de hacer si nos portábamos mal.

El miedo también cambia de rostro dependiendo de la época y las circunstancias: para un francés de finales del siglo XVIII el terror se asociaba al sonido de la caída libre del metal en el cadalso del pueblo mientras se esperaba la lectura de la lista de los siguientes agraciados por la ruleta de la República.

Para una infortunada suripanta del lóbrego East End londinense de la era victoriana, el miedo acechaba entre la niebla nocturna cuando parecía centellear el cuchillo de un psicópata en cada nuevo cliente.

Para un judío en la segunda guerra, el miedo era representado por el sonido de las botas nazis a paso de ganso al penetrar en su barrio. Para el mundo del siglo XX, era la Guerra Fría y los barcos soviéticos camino de Cuba mientras el dedo de Kennedy pendía expectante sobre el botón rojo.

En un marco más actual cuando se piensa en miedo, se piensa en un virus en internet, en el agujero de la capa de ozono o el cambio climático, en la desertificación, en el hundimiento de las costas y en las nuevas pandemias. Muchos de los miedos actuales son inducidos al gusto del presidente norteamericano en turno y a la demanda de villanos para la industria hollywoodense. Osama y el terrorismo llegaron para quedarse por un buen tiempo para disgusto de los viajeros aeroportuarios y los cinéfilos exigentes.

Pero el hombre común no necesita a Drácula, a Frankenstein o que se le aparezca Hannibal Lecter después de tres días de ayuno para poner sus sentidos en alerta y volverse proactivo. Es suficiente con abrir el estado de cuenta mensual de la tarjeta de crédito o escuchar las noticias de Lopez Dóriga para que a nivel subtálamico se provoque una reacción subliminal que se manda a la glándula Hipófisis... entonces comienza el miedo de verdad.

Sea como sea el miedo es una necesidad humana tan importante como el dolor. Es un mensaje de nuestra conciencia que nos ayuda a identificar nuestras zonas débiles y nos urge a tomar la responsabilidad de fortalecerlas.

El miedo es muy sabio y sabe que lo necesitamos más que a nuestra propia sombra, por eso no anda en burro... camina con nosotros.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Psicoanálisis Patrio



Todo mexicano contemporáneo o posterior al 2 de octubre de 1968 tiene el compromiso con la patria de buscar una explicación pragmática a los infortunios de ese día para prevenir que no se vuelvan a repetir. Por lo que, ejerciendo nuestro derecho ciudadano, nos tomaremos la libertad de aventurar una teoría con la que pueden o no estar de acuerdo, pero por lo menos queda el consuelo de que no está influida por ninguna trillada ideologia de izquierda.

A lo mejor el problema real nunca radicó en la tan cacareada amenaza contra los Juegos Olímpicos, ni en la Conspiración Internacional Comunista, ni en que el país estaba en riesgo, ni en ninguna de todas las pendejadas que esgrimió el ciudadano presidente en sus calenturientas elucubraciones justificatorias. Si hubiera sido un poco más honesto, como todo mentiroso que se respete, habria reconocido que todo el jaleo se armó porque la atalaya mexicana que se encarga de salvaguardar la seguridad de la nación no se podía dar el lujo de ampliar los márgenes de tolerancia a la libertad de expresión ya que entonces habría que darle espacio a una invitada sumamente incómoda para el sistema: ¡La Verdad!

... y la verdad es que Diaz Ordaz estaba muy feo.

Quizás la sangre no hubiera llegado al río si el señor presidente no se hubiera tomado tan a pecho esas pequeñas bromas estudiantiles acerca de su fisonomía, es más, eran tan "de buena fe" (¿cuando han visto un universitario mala leche?) que según Krauze le ofrecían alternativas de solución que pudieron haber ayudado a resolver su problema de fealdad como "cambiar la capítal del país a Yucatán para que lo saludaran todos los días con un ‘Hola lindo’ " y así le suavizaran el carácter.

Pero también los estudiantes ya ni la friegan, si el presidente les estaba tendiendo la mano en un inicio para abrir el diálogo, ¿para qué caer en redundancias de exigirle la prueba de la parafina a la mano tendida? (si como quiera iba a dar positiva). ¿Para qué armaron tanto desmadre aquel 27 de agosto en el zócalo, haciendo sonar las campanas de la catedral y urgiéndolo a gritos de "Sal al balcón chango hocicón"? Si somos justos hay que reconocer que la petición estaba formulada en términos muy majaderos. Así nadie sale, qué diferencia si le hubieran llevado una mano de plátanos o unos costales con cacahuates por lo menos, ya con este incentivo seguro que hasta hubiera bajado.

Que conste, que no parezca que se defiende a Diaz Ordaz, la historia ya emitió su juicio, el único propósito de esta columneja frívola, pero patriótica, es hacer una reflexión sobre...

¡cuanta falta le hizo un ortodoncista a México en esa época!

Nos hubiera ahorrado muchos traumas históricos.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Azúcar y Chan Chan



Celia primero y Compay Segundo… sin embargo, no en ese orden. El orden de los decesos no altera el dolor de su partida. Compay Segundo en la Habana y Celia Cruz en Miami… la cruz fuera de Cuba es quizás más pesada. No obstante, la calidad del producto tropical no se desvanece aunque se tomen senderos distintos en la encrucijada marcada por la Revolución.

Compay Segundo y Celia primero… después Cuba entera, después Fidel y la Revolución, despues el Che y Camilo Cienfuegos, después la zafra y la vieja Habana, después Hemingway y sus delirios caribeños, después la Bahía de Cochinos y el puerto Mariel...

Hay cosas más importantes...

Primero el guaguancó y el merecumbé; primero la guaracha y el son; primero esos viejitos que le regalaron sabor a la gélida sensibilidad sajona cuando agonizaban los años noventa y cuando, en sus juveniles noventa años, florecía nuevamente el sentimiento del viejo son de los integrantes del Buenavista Social Club.

Por supuesto que hay cosas más importantes. Primero degustar un buen ron acompañado de un aromático habano; primero el fandango al ritmo de la salsa y el son; primero los mulatos y su milonga y primero la poesía caribeña del negro Nicolas Guillén. Después todo lo demás.

Y es que el alma latina necesita de los fomentos espirituales de sus ritmos para superar el dolor que le significa vivir con "las venas abiertas". Para el latino es más importante un inexistente yerberito que con falsas promesas envueltas en un sopor de alegría lo haga olvidar su destino, y no esfuerzos intelectuales diagnosticando la fatalidad del mundo globalizado al ritmo impuesto por las compañías petroleras.

¡A la chingada la guerra preventiva! Preocupa más que Burundanga, Bernabé y todo ese montón de negros desmadrosos nunca dejen de armar jaleo, porque representan más verdad que las mentiras de la CIA y las protestas en favor de la paz.

Un jaleo que empezó en Matanzas y no ha callado su ruido en casi ochenta años, que tuvo su último crescendo en las imágenes del documental de Wenders mostrándole al primer mundo como se fabrican los antibióticos musicales en los laboratorios de la inspiración caribeña.

Aunque nos han dejado en el abandono… aunque han muerto todas nuestras ilusiones…en vez de maldecirlos con justo encono… tal vez sería mejor rendirles un homenaje llorando su partida con "Lágrimas Negras" que den constancia que conservaremos el eterno recuerdo de su voz:

"... cristalino torrente cual una cascada...
... Dios te bendiga mi bien
tu voz y tu ser
que me hacen soñar".

viernes, 5 de septiembre de 2008

De Espaldas al Puerto



De espaldas al Puerto transcurre la vida de la sociedad tampiqueña que naufraga sin amarras a uno de los motores históricos del desarrollo y sustento económico de la región. Divorciada, desinformada e indiferente, se deja seducir por la idea de un ave de paso que no termina de renacer de sus cenizas en Altamira porque ni siquiera ha anidado hasta ahora mas que en la imaginación febril de la gente deseosa de encontrar la fe en el porvenir de un solo golpe.

Poco importa ahora que la ciudad haya nacido de la necesidad de los repobladores de la margen izquierda del Pánuco, que al tener que huir veinte kilómetros al norte por temor a Lorencillo, regresaron un día de abril al río en busca de entrada y salida natural de sus productos para intercambiar con el interior de la región Huasteca y el exterior del país. Ya no importa y sólo queda para la anécdota histórica la efímera gloria santanista, el alijo de los navíos en alta mar con las barcazas, el fausto porfiriano que llegó con el ferrocarril y la legendaria saga del oro negro de El Águila, y el muelle rojo de los Alijadores.

Queda claro que los antiguos habitantes rendían tal respeto a la actividad que dio origen a la ciudad, que en talasocrático reconocimiento fundaron no solamente la tradicional Plaza de Armas, donde se asientan los poderes eclesiásticos y civiles, sino que también concibieron otra, la de “La Libertad”, para que albergara el Correo y la Aduana a sólo unos cuantos pasos de los muelles del puerto, para así, con esta plaza representar el puerto fundado como corazón económico y comercial de la comunidad.

Ahora desde la Plaza de la Libertad ni siquiera se alcanzan a ver los barcos y sólo los más osados que a contracorriente bajan al mercado o suben al gastronómico llegan a tener una vaga idea de la vida cotidiana del otro lado de la barda que sirve de frontera a ese mundo paralelo, el cual vive y sobrevive en una estrecha franja de la ribera izquierda del Pánuco.

El ciudadano indiferente, por lo tanto, desconoce que en el Puerto, cuando amanece el día, con el canto de la sirena caen las bragas en los barcos, las escotillas se abren y los wincheros activan las grúas. La confronta da las últimas indicaciones a la tarja. Se posicionan los tarangos. Se aseguran las almejas. Se extiende el quinciño. Se prepara el banco. El jefe del muelle recorre los nueve delantales de operación en el Recinto, que para entonces se ha poblado de alijadores, grulleros, portaloneros y mecateros. Abigarrada multitud que obliga a las gaviotas a levantar el vuelo desde los cabos que fijan el buque a las bitas. A partir de este instante esta ciudad, adyacente y alejada de la nuestra, cobra vida de manera paralela al otro lado del muro.

Es entonces cuando los “unicornios” sacarán los rollos de acero de los almacenes y los acercarán al buque. Los montacargas llevarán las palletas a estrobar, el ferrocarril se abrirá paso junto a los muelles para que sus vagones se vacíen alimentando las almejas o se llenen de maíz con la ayuda del tarango, y los camiones se alinearán con el banco para depositar cientos y cientos de costales de azúcar. Todo esto mientras los contenedores ocupan las bases e incluso el jardín central de un antiguo parque de béisbol hasta pegar de hit en la escotilla de algún barco con rumbo de ultramar.

Con esta sincronía perfecta trabajan los engranes de una maquinaria que permite al minero en Zacatecas llevar su producto a Canadá, al Ingenio huasteco endulzar el mal genio del mundo atravesando el salado mar y a la industriosa Altamira enviar DMT, PVC y TPA a USA o quizá a la ex-URSS. O trabajando en reversa, para traer acero de Chile, mineral belga, zuecos de Holanda, guano de La Guaira, harina de pescado de Ecuador al trópico o pelets y palletas de todos colores y sabores para donde se requiera al interior de esta República.

Prodigioso en su afán, del puerto seguirán zarpando los barcos que levarán sus anclas para enfilar su proa hacia altamar, que se despedirán con el lamento de sus sirenas silbando aquel viejo tango que evoca el “…torvo cementerio de las naves que al morir sueñan sin embargo que hacia el mar han de partir”, y que pensarán en regresar para evitar que la profecía de la tristeza los alcance. Vivo en sus entrañas el puerto sigue latiendo a pesar de que la misma ciudad a la que dio la vida por más de siglo y medio lo estrangula con su urbanización, no dejándolo crecer ya que en su fastidio la ofende porque hace mucho ruido o la llena de polvo. Sobrevive a pesar del puerto incómodo del norte que en lugar de complementar, compite. Se conserva altivo y emblemático sin importarle tampoco la mácula híbrida entre Mediterráneo y Art Noveau en su histórico estilo neoclásico. Y sobre todo se yergue impertérrito de cara al tiempo, sintiéndose orgulloso de la gente a la cual cobija aunque la mayor parte de esta misma gente no sepa porqué debe sentirse orgullosa de él.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Ni Tanto que Queme al Santo...



Antes de que cante el gallo acostumbramos negarlo tres veces, pero en el fondo todos hemos visto sus películas y hemos saltado de emoción cuando en una excelsa exhibición del pancracio libera al mundo de los malos. Va por la vida retando con honor lo mismo a los villanos más temibles que desafiando inmaculadamente a unos tacos al pastor con la máscara puesta.

El mito se alimenta de nuestro culto al tapado, a los encapuchados. Por eso es fácil que basados en la identidad nacional, el enmascarado de plata salga bien librado cuando lo comparamos con héroes mas cosmopolitas y menos altermundistas como el pesado de Superman (con eso de que es de acero), los maricones de Batman y Robin (con eso de que siempre andan juntos y en mallitas), la cursi de la Mujer Maravilla (con eso de que es vieja) y con tanto payaso que apoyados en potentes campañas de mercadotecnia tratan de venir a disputarle un lugar de preeminencia en el ámbito mundial.

Sin embargo, cuando creemos que hemos derrotado a la competencia, los ingleses se mantienen con un candidato poderoso el cual, alegan, también es de carne y hueso y la deuda mundial para con él es mucho más grande ya que en sus afanes como agente secreto ha desactivado complots y perversidades de color rojo y alcances universales.

Lo anterior nos obliga inevitablemente a una confrontación final: máscara (de plata) contra cabellera (de cualquiera de sus chicas) a tres caídas y sin límite de tiempo. En esta esquina de Tulancingo, Hidalgo, Rodolfo Guzmán Huerta conocido por sus devotos como "El Santo" y en esta otra de Edimburgo, Escocia, el señor Bond... James Bond reconocido mundialmente (en cualquiera de sus presentaciones: Connery, Lazenby, Moore, Dalton, Brosnan y Craig) como el agente 007.

Pero ¿cómo enfrentar a dos héroes que se mueven en diferentes escalas planetarias? se preguntará el lector. Bien, es fácil. Si analizamos los favores realizados a la humanidad seremos capaces de decidir quién ha sido realmente más útil a la misma. Por ejemplo nuestro admirado "Santo" es católico y guadalupano, mientras que Bond es mujeriego y jugador. Si bien el 007, como buen inglés, ha enfrentado a una organización criminal elitista perfectamente organizada (SMERSH o SPECTRA según sea libro o película) con nexos internacionales y tiene un pulcro biógrafo en la persona de Ian Fleming; el "Santo" no necesita de biógrafos oficiales y, en un claro ejercicio democrático, le entra a toda clase de criminales aunque sean agentes libres.

Mientras Bond no se despeina cuando combate civilizadamente con la tecnología más avanzada a Stavros Blofeld y sus tendencias nazis, a Scaramanga y su revolver de oro, al satánico Dr. No, a Goldfinger y su "Midas Touch" (a decir de Shirley Bassey), a Grace Jones disfrazada de mujer y tantos otros personajes tan rocambolescos como elegantes; el "Santo", solito y sin la PGR (¿dónde estaba Nazar Haro para darle una calentadita a los malvados?), se las arregla a punta de patadas y manazos para defender a la República de la amenaza de las Mujeres Vampiro, las Momias de Guanajuato, los zombies, los marcianos que nos vienen a invadir, monstruos clásicos como Frankenstein y Drácula (sin importarle que Mary Shelley y Bram Stoker se revuelvan en su tumba), el Hombre Lobo, el Terror de la Frontera, la Cosa de otro Mundo, el Doctor Muerte y hasta Capulina.

Ya los enfrentamos, ahora el problema es cómo decidir por alguno de los dos si los elementos de juicio de que disponemos en esta lucha cuerpo a cuerpo están igual de grotescos y absurdos en ambos bandos. No nos resta mas que recurrir a sus vidas fuera de la pantalla y es aquí donde el Santo toma ventaja cuando el pueblo favoreciéndolo se vuelca para acudir en masa a la arena coliseo, ponerla de bote en bote y volverse loca de la emoción para ver, en el ring, luchar a los cuatro rudos, ídolos de la afición: el Santo, el Cavernario, Blue Demon y el Bull Dog.

Y es que lo de ídolo popular nadie se lo quita a pesar de que El Santo era un maldito y odiado rudo en su debut contra Ciclón Veloz y haciendo pareja sobre el ring junto al Gory Guerrero. Los aficionados de hueso duro y colorado recordarán esas batallas memorables contra el Murciélago para resolver un conflicto de identidad profesional, contra el Tarzán López para formar parte de su añeja leyenda, contra Bobby Banales que estaba obsesionado con desenmascararlo o contra Mike Kelly para arrebatarle el campeonato mundial. Cuando quiso quitarle lo antipático a Wolf Rubinski o cuando un, todavia, desconocido Bulldog se subió de espontáneo al ring para “surtirle su pedido” después de finalizada una de tantas caídas. También haciendo pareja en ocasiones junto al Cavernario Galindo. Esos momentos sublimes cuando le quita la máscara a Black Shadow, para sufrir después la venganza fraternal de Blue Demon o cuando tras la traición de los Espanto decide cambiar de bando y volverse técnico. Eran los dias cuando el ring se compartía con el Huracán Ramírez, el Rayo de Jalisco, el Solitario, el Mil Mascaras o Tinieblas.

...¡Ah, por cierto!, del verdadero James Bond sólo se acuerda el señor Fleming, el cual antes de morirse reveló al mundo que era mitómano y su famoso amigo un oscuro ornitólogo.

Parece evidente que la caída final y decisiva será totalmente para el Enmascarado de Plata y mientras James Bond piensa cómo disculparse y retirarse para tomar sus martinis, el público ruge una oración a voz en cuello pidiéndole a su Dios:

¡Métele la Wilson, métele la Nelson,
la quebradora y el tirabuzón!
¡Quítale el candado, pícale los ojos,
jálale los pelos...!

¡¡¡¡SÁCALO DEL RING!!!!

martes, 2 de septiembre de 2008

¡Ajúa!



"Por mi raza hablará...el Piporro"
Jaime López

Cuando Eulalio González Ramírez escribió sus “Memorias” a guisa de “Anecdotaconario” y que él mismo bautizó como una “Autobiagr...ajúa”, le pidió a su amigo Germán Dehesa que escribiera el prólogo de su obra. El agudo periodista, para describir la personalidad del comediante norteño, trabajó con una idea basada en el Gato de Cheshire, aquel personaje que inventó el escritor victoriano Lewis Carroll para poblar el mundo de las maravillas de Alicia.

El mentado gato, para aquel que no haya tenido la fortuna de conocerlo de niño o a través de sus hijos, sonríe con tal convicción que cuando se aleja, su sonrisa queda grabada de manera indeleble en el ambiente como testimonio de su presencia. Nada más acertado para describir a alguien como El Piporro. Nadie podría negar tampoco que Piporro era uno de esos personajes a los que se refería Luigi Pirandello. El personaje en busca de autor encontró su simbiosis perfecta en Eulalio González, quien terminó de vestirlo con ritmos de polka, filosofía de Güemez, sombrero, bigote y cuera. Pero la comunión entre personaje y actor se da a instancias de la propia gente que desde el momento en que su eterno ídolo se los presenta como su escudero y mentor se niega a divorciar la imagen del cómico con aquel tipo dicharachero y decidor.

Piporro llegó al cine con Martín Corona y cuando Martín Corona se marchó para mutarse en cualquiera de tantos otros personajes clásicos para los mexicanos, el Piporro quedó atrapado en el corazón de la gente que no le permitió cambiar de personalidad, si acaso rejuvenecer un poco para convertirse en “El Rey del Tomate” o subirse a “La Nave de los Monstruos” y volverse un “Héroe a la Fuerza”, cuando fue el Párpado Caido y un psiquiatra orate lo trataba de rescatar del mal del sueño mediante un atinado diagnóstico, "¡Hijo de Morfeo! te 'chacualearon' las meninges en forma tal, que el 'traumatazo' recibido hace tan difícil tu recuperación".

!Haiga la cosa! El Piporro no se pasea más por las chulas fronteras, pero al igual que el Gato de Cheshire ha dejado su sonrisa flotando entre nosotros y cuando recurrimos a esa media luna horizontal que es su espíritu para preguntar por nuestro amigo, la sonrisa del gato nos explica una y otra y otra vez, provocándonos una sonrisa nueva con las mismas viejas historias, que mientras Agustín bajaba y bajaba a caballo... Gumaro se murió pa’siempre debido a un error de perspectiva... y mientras Agustín seguía bajando... nos hace envidiar la suerte de Rosita que de los tres tiros que le dieron nomás uno era de muerte... nos describe como blanqueaban los cerros de puros encalzonados (bueno blanqueaban los que traiban, los que no, pus nomás negreaban)... descubrimos la cruda verdad de los orígenes tras la voz de terciopelo del oriundo de Río Bravo, Natalio Reyes Colás (que nomás cruzando la frontera se convirtió en Nat King Cole)... nos hace soñar con los Ojos de Pancha... y mientras nos desgrana mil historias más...

¡Que sopor y que bochorno!... Pero uno no puede dejar de reir.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Antítesis



Los planes de estudio en los centros de educación superior estimulan muy poco el placer de la investigación. Una gran mayoría de los estudiantes universitarios se decide por relegar la modalidad de recibir su título por medio de la escritura de una tesis. Los pocos alumnos que al final deciden emprender el largo y sinuoso camino de la investigación para presentar un documento de esta naturaleza, pisan tierras desconocidas y terminan su trabajo como Dios, y algún pésimo maestro de metodología de la investigación, les dio a entender.

Esto se viene a poner en evidencia al final del programa cuando se realiza una incendiaria evaluación del grado de eficiencia terminal donde se mide la cantidad de egresados que alcanzan a culminar sus estudios con la obtención del grado correspondiente al programa que cursaron y que generalmente arroja resultados decepcionantes. En otras palabras estamos hablando de un ejercicio estadístico diseñado para dividir a la población estudiantil de cualquier universidad en dos grandes grupos: los holgazanes indolentes y los que vienen al caso, donde los primeros ganan en la mayoría de los casos por blanqueada.

Pero no hay que hacernos una idea equivocada de la actitud del tesista malogrado, lo que en realidad sucede es que al terminar sus cursos regulares y comenzar su trabajo de investigación, muchos estudiantes se ven atacados por un extraño virus psicológico que provoca una especie de Sindrome Garciamarquiano que se traduce en "Cien Años de Soledad" escribiendo la "Crónica de una Muerte Anunciada" con la esperanza de "Vivir para Contarla" y que termina atrapando al tesista en su laberinto, de manera tal que el atolondrado estudiante es incapaz de manejar sus inseguridades durante el desarrollo de su investigación y termina jugando "al enmascarado" con tal maestría que uno termina confundiéndolo con Tinieblas o Mil Máscaras.

Pero, ¿qué es lo realmente difícil de todo este trance?, por principio de cuentas no es la investigación en sí misma, porque en el peor de los casos, si se tiene la desvergüenza suficiente y no se dan cuenta, te la copias construyendo un collage de plagios parciales o se la vuelas a algún zonzo compañero para presentarla primero. La dificultad tampoco tiene que ver con los pequeños detalles que rodean el desarrollo de la tesis (cuando no hay un compañero pazguato a quien robarle los datos), como es el de enterrarse abajo de cien libros, leer todos los journals que caigan en tus manos o soportar las tediosas horas de trabajo en el laboratorio. Lo que al final es verdaderamente dificil son las vueltas de tuerca psicológicas que encierra el proceso, por lo que en la Vía Dolorosa de la investigación, como diría Tin Tán, "la cruz no pesa, lo que calan son los filos". Y estos filos generalmente calan en forma de falta de dinero, tecnología limitada y bibliografía insuficiente, características todas que pueden considerarse un común denominador en las instituciones de educación superior de la localidad.

Las autoridades administrativas de las universidades deberían redefinir la satanización de la palabra "tesis" o "investigación" apartando las espinas del camino del aspirante al grado promoviendo más intensamente la cultura de la investigación desde los semestres tempranos en todos sus programas y proveyendo de más y mejores recursos de consulta y aplicación de tecnología. De tal forma que la tesis deje de representar al enemigo a vencer y se convierta en un agradable compañero de viaje.

Enemigos Intimos



¬ ¡Qué nos devuelvan el Chamizal!
¬ Oiga amigo, pero si ya nos lo devolvieron
¬ Sí, pero yo soy gringo

Eulalio González “Piporro”


Ahora resulta, según Jeffrey Davidow, que Estados Unidos es como un oso que de vez en vez se acomoda causando ciertas molestias al puerco espín que vive en su patio trasero (esto último es cortesía de Aguilar Zínser). Estados Unidos no es ningún plantígrado de talante bonachón ni México el quisquilloso animalejo que saca las espinas a la primera señal.

Eduardo Galeano brinda en su obra suficiente evidencia para desconfiar de cualquiera de los regímenes imperialistas como el estadounidense de las últimas décadas o el británico de la era victoriana. Y México lo sabe muy bien.

Más que complejo patriotero del mexicano, la desconfianza hacia los hijos de Miss Liberty está plenamente justificada en la historia patria cada vez que recordamos las andanzas de Poinsett, el "honor" de la visita de Winfield Scott, las redes para pescar en río revuelto que envió Wilson a Veracruz a principios de siglo y más recientemente cuando vemos la cerca infamante en la frontera que emula un patético muro de Berlín recordándonos cual es la verdadera consideración del mexicano ante sus ojos...

...pero después de todo somos amigos ¿no?...

¿Han oído alguna vez la historia del alacrán que quería pasar el charco y le pidió ayuda a la ranita? Ésta en un principio se negó explicándole que temía que a medio camino el alacrán la picara. El alacrán indignado replicó que eso era imposible, que él estaba consciente que le estaba haciendo un favor y que por supuesto no le haría ningún daño. Eso era lo moralmente correcto.

La ranita accedió, se echo al alacrán a cuestas y se dispuso a cruzar el charco, a la mitad del camino sintió el aguijón del alacrán avisándole que se había equivocado al confiar en su amigo. Al volverse para buscar una explicación el alacrán se justificó:

¬ Perdóname. Es mi naturaleza

En la última década se han estrechado los lazos de cooperación entre los alguna vez vecinos distantes en materia de comercio, seguridad, derechos humanos, combate a las drogas. Pero por mucho que nos parezca idílico nuestro romance con los vecinos es bastante sano mantener la desconfianza en cierto grado hasta no estar seguros que la lectura de los tiempos nos autoriza a confiar un poco más. Al final de cuentas, después de revisar los hechos, es claro que quien no tiene autoridad moral para mirarnos a los ojos ni pontificar sobre nuestra actitud hacia su política son ellos y conste que esto no es un asunto de sociedad contra sociedad, sino de intereses políticos y asuntos de poder.

Por lo pronto debemos seguir desconfiando...

...está en nuestra naturaleza.

domingo, 24 de agosto de 2008

Gibrán



Querida drusa,

La semana pasada escribí en tu libro que esperaba que me preguntaras ¿por qué? ¿Por qué el libro? ¿Por qué Gibrán? Escogí la manera mas fácil de escapar a la cuestión diciéndote que siendo honesto no lo sabía. Estaba evitando la verdadera respuesta porque mis razones son demasiado largas para una simple dedicatoria en un libro tan pequeño, pero en realidad, sí hay un porqué y me gustaría compartirlo contigo.

Te diré el porqué…

Cuando tenía doce años mi padre acostumbraba llevarme con él a su oficina. Esta era una especie de tácita presión para forzarme a hacer la tarea de la escuela. Sin nada mejor que hacer me dedicaba a ella. Como siempre la terminaba temprano generalmente tenía que esperar hasta las nueve de la noche o incluso más tarde antes de que volviéramos a casa, y por supuesto mientras tanto… me aburría. La única cosa que me ayudaba a matar el tiempo, entre la hora de terminar los deberes y la hora de volver a casa, era una colección de libritos que mi padre tenía en una repisa de la oficina. Recuerdo que la primera vez que abrí uno de ellos me distraje con los dibujos que en el había y sin darme cuenta al poco tiempo me encontré ocupado mas con la lectura que con cualquier otra cosa. Esos libritos eran la obra de Gibrán Khalil Gibrán.

Por supuesto que por entonces no entendía yo muchas cosas, pero me gustaba leer una y otra vez sus cortas y sencillas sentencias llenas de sabiduría y pensar sobre ellas. Al principio pensaba que Gibrán era algún anciano místico que estaría en los santorales católicos porque mi padre acostumbraba comprar los libritos en la librería de la iglesia después de la misa de los domingos. Muchos años después entendí que Gibrán es un hombre más espiritual que religioso, y que es universal y no pertenece solamente a un credo.

Toda su obra es acerca del alma… El Profeta, Arena y Espuma, El Loco, Alas Rotas, Espíritus Rebeldes, El Vagabundo, Una Lagrima y una Sonrisa… cualquiera de sus libros es una fotografía del alma humana.

Por ejemplo, la ciudad de Orfalese puede estar en cualquier lado, puede ser incluso la vida misma entendida como un puerto en el infinito mapa de la eternidad, y leyendo El Profeta entiendes que no necesitas ser un humano especial (Moisés, Abraham, Jesús o Mahoma) o estar viviendo el último día de tu vida para hacer un balance de esas grandes cuestiones cuyas respuestas constituyen las piezas del rompecabezas de tu vida, tales como el amor, la muerte, la amistad, la libertad, el trabajo, el dolor, el tiempo, la belleza, el matrimonio, la infancia o las cosas en general. Este balance llega cada vez que concluyes una etapa de tu vida y tu propia alma se hace estas preguntas para prepararte a dar el siguiente paso.

Arena y Espuma... bueno… es como caminar a través de la vida buscando dejar tus propias huellas claramente impresas en la Tierra pero sabiendo, por adelantado, que tus huellas desaparecerán en la arena debido a la espuma del mar y nadie, más que tú, sabrá que alguna vez estuvieron ahí.

¿Podrías evitar el disfrutar tu propia locura como lo hace El Loco de Gibrán que se pregunta si los locos no son los demás? Todos aquellos que necesitan usar diferentes máscaras para vivir sin la oportunidad de mostrar nunca quiénes son ellos en realidad, y que es lo que realmente quieren de la vida.

¿Te has puesto a pensar que tu primer amor es el único verdadero?... el resto de tu vida solo estarás tratando de regresar a ese sentimiento que vino primero a tu corazón y ser capaz de volar otra vez pero al final de tu vida sabrás que si esto no fue posible para ti… fue porque desde entonces estuviste condenada a volar con las Alas Rotas.

Cada vez que reaccionas en contra de lo establecido porque este no tiene sentido para ti te conviertes en uno de esos Espíritus Rebeldes de Gibrán. Cada vez que aprendes algo de la vida, olvidando que es lo que los demás dicen que debe ser y que no, te conviertes en El Vagabundo y cada vez que enfrentas una nueva y desafiante experiencia sabes que tienes solo dos opciones naturales Una Lágrima y Una Sonrisa.

A pesar de que Gibrán nos cuenta una historia diferente cada vez, al final te das cuenta que todas son la misma, al igual que su vasta galería de personajes terminan siendo uno solo: el vagabundo, el profeta o el loco. Ese personaje integral quizá sea Gibrán mismo, y ¿por qué no?, o tú o yo.

No sé que signifique para ti, pero para mí leer a Gibrán es como si alguien me susurrara al oído palabras de alivio:

Repara tu corazón y resguarda tu alma.
No arrastres el corazón sobre brasas que arden.
Si pones los pies en el suelo vendrá la calma.
Libérate, relájate, deja que las cosas pasen.
y ahora... ¡vamos a recobrar tu alma!

sábado, 16 de agosto de 2008

El Moisés Negro



La ruta del éxodo no siempre es la misma, depende de la época y del pueblo involucrado. Un judío contemporáneo o un cristiano occidental no podrían concebir una travesía colectiva más sagrada que la indicada por Dios hacia Israel, y para un árabe, por el contrario, no hay nada más execrable. Sin embargo, hay a quienes les vale sorbete lo que Dios piense o es simplemente que Dios ha decidido que no quiere a todos revueltos y por principio de orden los negros deben estar con los negros en la tierra de los negros y hasta se cambia el nombre de Jehová por Jah para que no haya malos entendidos de quien es el destinatario del pan que provee.

“Si eres negro y caribeño tu Tierra Prometida estará en Etiopía, que es la tierra del mesías Ras Tafari Makonnen”, también conocido como el emperador Hailé Selassié I para efectos oficiales de referencia occidental. Este nuevo derrotero implica cruzar un poco más de agua que la que tuvo que separar Moisés en el Mar Rojo para huir de Faraón y combatir nuevamente a las fuerzas de Babilonia la Grande. Si aquella vez el pueblo de Israel huía de feroces guerreros asirios, esta vez el mal está encarnado por un sutil, pero poderoso y opresivo sistema político-económico impuesto por el demonio blanco sobre la negra cerviz.

Pero como todos y en todo, Dios necesita organizarse y de vez en cuando hace uso de un coordinador operativo aquí en la tierra. Así que no nos extrañe que Jah, o sea Dios en su versión más “roots”, haya escogido como portavoz de su mensaje a un peculiar soldador que en sus ratos libres tocaba calipso y soul con sus amigos, los Rudeboys, en Kingston y que al comenzar a extender la palabra del señor entre los rastafaris cambiaron su nombre a los Wailers y su estilo musical por el del reggae.

Bob Marley ha sido uno de los pocos, o quizá el único profeta en su tierra y no sólo eso, su música y sus ideas han trascendido al resto del mundo, aunque quizás no en el mismo nivel de misticismo que entre sus correligionarios. Es que nadie mejor que un rastafari para hablar con otros rastafaris y de otros rastafaris. Es cierto que no inventó el reggae ni la doctrina del regreso a África. Para eso hubo gente que lo precedió como los Maytals y Jimmy Cliff en lo musical y Marcus Garvey en lo ideológico. Lo que sí logró fue un sincretismo entre su ideología y su arte que de inicio permeó en todas las Antillas de habla inglesa desde Jamaica hasta Barbados. Se consolidó así un bagaje cultural común en esta parte del mundo para después lanzarse a la conquista de “Babilonia en Autobús” hipnotizando a los radioescuchas a ambos lados del Atlántico, una forma, es cierto, un poco diferente de separar las aguas para abrir el camino a su pueblo en su éxodo espiritual como antes lo hiciera Moisés en el Mar Rojo.

Sus letras plantean las mismas dudas existenciales de todas las sociedades y religiones: “Is this love that I'm feeling… everyday and every night” y provee consuelo al sector más desamparado de sus seguidores “No woman, no cry… everything is gonna be all right”, y acompañan ese penoso andar de un pueblo que sigue soñado sus “Dreams of Freedom”, y alcanzando el perdón final en su “Redemption Song”. Pero es Natty Dread, su disco de 1975, el que es considerado como la suma de su credo: el uso de las drogas como sacramento, en especial la mariguana, la liberación de la opresión sobre los negros y el derecho individual de estar equivocado (right to be wrong). Defendiendo su postura, dedicó los esfuerzos de su arte al activismo por la paz en el Caribe y en África, al grado de resultar baleado en 1976. Cuenta también en su haber la ayuda que brindó para resolver la violenta campaña electoral de 1980 en Jamaica entre Michael Manley y Edward Seaga, en una época en que se consideraba que los negros eran rojos.

En diciembre de 1981 Bob Marley murió victima de un cáncer pero su herencia cultural alcanzó límites que una década antes podrían haber parecido estar en el territorio de los sueños. La influencia musical en muchas de las canciones de íconos occidentales como Eric Clapton, Paul McCartney, Paul Simon y Sting o incluso la emulación descarada de UB40 son prueba fehaciente de la solidez de la raíz musical jamaicana en el resto del mundo. Su herencia directa sigue incrementándose en la actualidad con el arte de miríadas de músicos caribeños que han encontrado en el reggae una poderosa herramienta de expresión que nos deja saber que las Antillas no sólo existen para que hagan erupción sus volcanes o sean devastadas por los huracanes. Ellas, las tierras antillanas, también pueden generar sus propias reacciones en cadena con la voluntad de su búsqueda por la libertad y absoluta autonomía.

jueves, 14 de agosto de 2008

Los Mundiales Perdidos



A principios de los ochenta John Huston realizó una película cuyo título en español fue "Escape a la Victoria". Esta ofrecía un reparto muy atractivo, para todos los gustos, con estrellas cinematográficas tales como Michael Caine, Max von Sydow y Sylvester Stallone, además de figuras del balompié como Pelé, Oswaldo Ardiles y Bobby Moore. La trama era muy simple: en un campo de concentración nazi, los alemanes organizan un partido contra los prisioneros de guerra después de ver que las habilidades de los aliados cautivos en el dominio del balón constituían un reto interesante para probar la superioridad de la raza aria.

Lo más interesante del asunto es que el guión de la película está basado en un hecho real según lo cuenta Eduardo Galeano en su libro "El Futbol: A Sol y a Sombra". Helo aquí: A mitad de la Segunda Guerra Mundial en un campo de concentración nazi ubicado en territorio ucraniano de la antigua Unión Soviética, los oficiales alemanes descubrieron que entre sus huéspedes se encontraban los integrantes del famosísimo equipo de futbol Dínamo de Kiev y organizaron un partido con fines de alimentar el orgullo germano. El partido resultó desafortunado para ambos bandos, pero especialmente para los victoriosos: los rusos no escapan como los prisioneros comandados por Pelé en la película de Huston, sino que se ganan el derecho a ser fusilados esa misma madrugada por sus contrincantes que no habían sabido defender la tarde anterior el honor nazi en el campo de juego.

Todo esto sucedía en momentos en que las copas mundiales de futbol se mantenían interrumpidas por causas de fuerza mayor como lo es una guerra mundial. Hasta hoy el mundo se pregunta qué habría pasado si se hubieran celebrado los mundiales de 1942 y 1946. Es sabido que la Federación Internacional de Futbol Asociado (FIFA) tenía entre sus planes otorgar los dos siguientes mundiales a Alemania y Argentina respectivamente, pero con el advenimiento de la guerra prefirieron empacar la copa Jules Rimet y esconderla en Roma debajo de la cama de alguno de los funcionarios de la Federación. Oficialmente el campeón mundial seguiría siendo Italia, que se había coronado precisamente en los dos últimos mundiales.

Quedaba la duda, sin embargo, sobre si la escuadra azurri era realmente el equipo más poderoso del momento, después de todo, estas dos últimas ediciones previas a la guerra habían sido más bien una versión exclusivamente europea, como en su caso, había sido mayoritariamente latinoamericana la versión uruguaya de 1930. Además se decía en ese entonces que Inglaterra era el campeón sin copa. Imbatido en Wembley desde el principio de los tiempos, los orgullosos británicos se habían resistido a asistir a los mundiales con lo que tácitamente desautorizaban con su ausencia cualquier campeonato internacional en el que no estuviera participando la selección creadora del deporte. Ya terminada la guerra, la FIFA se reunió en Luxemburgo en 1946 para iniciar los preparativos del siguiente mundial que sería llevado a cabo en Brasil.

La Convención de Luxemburgo fue muy importante porque Jules Rimet y Stanley Rous, el poderoso presidente de la federación inglesa, se dieron la mano e Inglaterra aceptó ser aceptada dentro de la comunidad internacional del futbol. El hecho se celebró con un encuentro entre el todavía campeón Italia e Inglaterra y en el que los ingleses derrotaron a los italianos, lo que significó un retiro doloroso para Vittorio Pozo, el legendario técnico bicampeón de la década de los treinta. Es cierto que no es cierto, pero para evitar la ausencia oficial del futbol en los cuarenta, en ocasiones se antoja pensar, siguiendo el juego de las elucubraciones, que la final del mundial nazi de 1942 pudo haber sido aquel partido entre los alemanes y los rusos por el simbolismo que encierra y el reflejo político fiel de la época, mientras que el mundial de escritorio de Luxemburgo en 1946, también tuvo su final, aunque jugada muchos meses después, en el Italia-Inglaterra, que significó el regreso de la vieja Albión a la convivencia internacional y fincó las bases de la unión del mundo por medio de un balón.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Estudio en Rosa



En las historias policíacas de ficción, el color determina el matiz de los casos y define el nivel de deducción que se exige a la mente que pretenda resolverlos. En otras palabras, cada autor deberá encontrar, escondida entre las líneas del misterio que su obra plantea, esa especie de escala cromática que determinará la personalidad del detective a emplear.

En la Inglaterra victoriana, Sir Arthur Conan Doyle entendió que un “Estudio en Escarlata” demandaba la presencia de Sherlock Holmes. En los locos años veintes, salido de la pluma de Agatha Christie, Hercules Poirot resolvió “El Misterio del Tren Azul”. Los escollos que se planteaban en los guiones del “cine negro” fueron salvados por creadores como Dashiel Hammett y Raymond Chandler con el empleo de detectives como Sam Spade o Philip Marlowe. Si la parte visible del espectro electromagnético lo exige, se pueden emplear personajes menos ortodoxos como cuando Thomas Harris, al ver que las cosas se ponían color de hormiga para su héroe, le prestó los servicios de su archifamoso criminal Hannibal Lecter para atrapar al “Dragón Rojo”, o como cuando el tono adecuado resultó estar en la cabellera de una mujer, y Joaquin Sabina se planteó resolver, por sí mismo, “El Caso de la Rubia Platino” en diecinueve días y quinientas noches... y así, podríamos seguir buscando matices criminales y recorriendo galerías de detectives famosos, tantos como exija el arco iris, hasta llegar a los misterios más blancos, domésticos y cotidianos que en realidad son “casos para La Araña” que todos llevamos dentro.

El razonamiento anterior podría ser válido hasta el momento en que los colores se mezclan, porque entonces también lo hacen las habilidades deductivas con las no deductivas y ya no se puede tener certeza de éxito en la solución de los crímenes. Esto ocurrió en la década de los sesentas, cuando la psicodelia de la época mezcló el rojo de las pasiones con el blanco de la inocencia para crear en rosa a uno de los personajes más entrañables de las últimas generaciones: el inspector Jacques Clouseau. Para Closeau, lo de menos es el caso a resolver, si no existe uno el lo inventará y para nosotros Clouseau es el caso en sí. Es perdurable el misterio asociado a ese huevo con pies y bigote, enfundado en una gabardina que aparece después de las notas de Henry Mancini hablando con acento francés y que vive perseguido por el rastro de la Pantera Rosa. Siempre fiel, de manera involuntaria, a su peculiar método en el cual el criminal atrapa al detective y no al revés.

Estudiar de cerca a Clouseau ofrece una oportunidad única de encontrar algunas de las sonrisas y sueños que extraviamos en la mejor época de nuestras vidas. Acaso, amigo lector, no le gustaría conocer al fin las respuestas a esas interrogantes que lo han atormentado desde su infancia como saber si la Pantera Rosa ¿era hombre o mujer? y ¿porque no hablaba? Si es que es así… ¡NO DIGA SI. DIGA OUI!… y quizá ahora lo podamos descubrir juntos con la ayuda de un pequeño “Estudio en Rosa”.

La Pantera Rosa no era hombre ni mujer, ni pantera, ni rosa. La Pantera Rosa era un diamante perteneciente a la princesa Dala y el cual era objeto de la codicia de un famoso ladrón internacional de joyas conocido como el Fantasma. El Fantasma era tan hábil con los dedos en las cajas fuertes como con las damas y su mejor coartada era la esposa del policía que le seguía los pasos: Jacques Clouseau. Las películas de Blake Edwards que son la fuente original para aprender del personaje muestran algunas diferencias con la caricatura clásica que es el referente tradicional para la mayoría de nosotros. Sin embargo, uno puede ir reconociendo los rasgos de los principales personajes de las películas. La Pantera Rosa tal como la conocemos fue creada por De Patie y Freleng para los créditos iniciales de la película “The Pink Panther” en 1963 y de ahí se convirtió en el famoso personaje de las caricaturas. Si se le observa bien preserva las características de los personajes que orbitaban en torno al diamante en la película, la clase de David Niven como el ladrón de joyas en la forma de la pantera y la sensualidad de Claudia Cardinale como la dueña del diamante en el color rosa del personaje. La víctima de las circunstancias en la caricatura es el hombre común que sufre la inconveniencia de la convivencia con la adversidad que crea la pantera en cada episodio y que él soporta estoicamente.

Jacques Closeau es otra cosa. Es la segunda parte de la ecuación y existe gracias al talento de Peter Sellers. Sin Peter Sellers el personaje habría estado condenado a ser uno más de tantos, producto del genio del director, pero Sellers hizo de él algo apologético y trascendente. La idea de Clouseau. nació antes que la Pantera Rosa, junto al Comisionado y al Sargento Hercule Lajoy, que en la caricatura cambiaría su nombre a Dodó, en una película llamada “Un Disparo en la Oscuridad” que no fue exhibida inmediatamente por no ser considerada lo suficientemente buena por los productores. Sellers no fue la primera opción de Edwards. La Pantera Rosa iba a ser una película para el lucimiento de David Niven y Claudia Cardinale, con la figura de Closeau como personaje secundario. En un inicio fue Peter Ustinov el encargado de dar vida al inspector pero renunció al proyecto a unos cuantos días de comenzar, fue entonces cuando Edwards decidió llamar a Peter Sellers que improvisó el personaje después de ver la imagen del Capitán Matthew Webb en una caja de cerillos, el cual fue el primer hombre en cruzar el Canal de la Mancha en 1875. Con el mostacho del capitán, marcado acento francés y su atolondramiento crónico, Peter Sellers se robó la película de principio a fin, dando pie a infinidad de secuelas y a una serie animada de televisión.

Para Peter Sellers, Jacques Clouseau fue la suma de todos sus personajes. Tan camaleónico como el mismo Clouseau que usaba disfrazarse de cuanta cosa se le ocurriera para resolver sus casos. Sellers también vivía perdido en la rutina de sus propios personajes, en alguna ocasión dijo a un reportero no saber quien era él realmente o si había algún él detrás de toda esa inmensa galería de personajes: el Dr. Fassbender, un psiquiatra obsesionado con las pussycats de sus pacientes, el hindú Ahmed el Kabir que canta junto a Sofía Loren, el Dr. Strangelove, científico lisiado con un acto reflejo pro nazi en su brazo derecho y un insano amor por la bomba, el jardinero inocente que mira el mundo “Desde el Jardín” o inclusive el mismo James Bond experto en jugar al bacará en Casino Royale. Lo que si era cierto es que esa inseguridad acerca de su propia personalidad en la vida real la llenaba con un egocentrismo que rayaba en lo maniático y que lo persiguió como una maldición a lo largo de toda su carrera.

Con la Pantera Rosa y el Inspector Closeau, Blake Edwards y Peter Sellers nos simbolizan la incontenible energía del mundo a nuestro alrededor que muchas veces nos rebasa y desencadena todo lo inesperado en nuestras vidas pero por lo cual vale la pena vivir. Al final de cuentas un mundo bajo la sombra de la Pantera Rosa puede convertirse para nosotros en una Némesis como lo es para Clouseau, si no aprendemos a prestarle atención y a convivir con ella.

El Album Blanco



Para conocer el significado de la palabra ecléctico tenemos dos opciones. Una es hacer una atenta visita al diccionario, que nos referirá a una de esas doctrinas filosóficas de la antigua Grecia y otra, la más fácil y divertida para la gente ocupada del siglo XXI, es simplemente escuchar el “Album Blanco” de los Beatles.

Rishikesh es una ciudad al norte de la India, a orillas del río Ganges, en la falda de la cordillera del Himalaya. Por mucho tiempo ha sido considerado un sitio sagrado por los hinduistas y el lugar perfecto para escapar de un mundo violento y perverso con el fin de darle reposo al alma. A principios de 1968, John, Paul, Ringo y George, aprovecharon un retiro espiritual, en este inspirador y místico paraje, para componer la mayoría de los temas de su emblemático y minimalista disco doble. La intención inicial no era esa en realidad, pero el proceso creativo derivado de la regeneración espiritual de los artistas, bajo la guía del Maharishi Mahesh Yogi, y el reencuentro con su yo colectivo iba a significar, de una u otra forma, una experiencia de extraordinario provecho en la vida de todos.

Rishikesh no produjo la simbiosis esperada, por el contrario, el “Album Blanco” marca el inicio del desmembramiento de la mítica banda inglesa al abrirle paso al proceso creativo individual y reducir la tolerancia de los miembros del grupo respecto de su ambiente asociado. En otras palabras, en Rishikesh pasó algo que hizo a los Beatles conscientes de estar hartos de ellos mismos, quizá por eso Lennon le reclamará indefinidamente al Maharishi (acompañado de un coro universal): “Sexy Sadie, what have you done?…”

Abandonar la India, regresar a los estudios de grabación y contar musicalmente lo que allá sucedió y compartirlo con el público por medio del “Album Blanco” fue una catarsis para la banda, pero a su vez significó la encrucijada en la cual cada uno comenzaría a caminar por separado, aunque restaran aun dos discos mas por realizar, este trabajo vendría a ser un verdadero punto de quiebra para el funcionamiento colectivo de los Beatles.

Pero inspiración es inspiración, tampoco es que nos estemos quejando y las musas, durante los meses que duró el retiro, la regalaron a montones entre los miembros del grupo. Se puede constatar incluso con Ringo Starr en el velado reclamo que hace a sus compañeros con “Don’t Pass Me By”. De hecho, a su vuelta a Londres y comenzar las grabaciones del album, Ringo renunció a la banda al sentir que debido a su falta de creatividad, los demás lo habían comenzado a relegar. A las dos semanas regresó al estudio, olvidó sus diferencias (principalmente con Paul) y tomó su puesto en la batería como si nunca hubiera pasado nada.

George Harrison por su parte comenzó a ganar un sitio de mayor respeto como compositor dentro de una sociedad completamente dominada por los dos genios que eran Lennon y McCartney. En un primer borrador se consideraron cinco de sus creaciones para el disco, quedando en la edición final solo dos de ellas, que son consideradas de culto desde entonces: “While My Guitar Gently Weeps”, creada con la ayuda de Eric Clapton y el I Ching y la orwelliana “Piggies” que nos trae reminiscencias de “Rebelión en la Granja” en su contenido de crítica social.

Paul McCartney. Siempre melódico. Siempre prolífico. Mientras estuvo en la India encontró inspiración en todo lo que lo rodeaba, lo mismo en el gorjeo de un pájaro para crear “Blackbird”, como en la naturaleza misma para “Mother Nature’s Son”. Sus musas eran tan variadas como su novia Linda para “I Will”, su propia mascota en “Martha My Dear” o gente definitivamente anónima e irrelevante como Desmond y Molly en “Ob-La-Di Ob-La-Da”. Le sobró inspiración incluso para parodiar el estilo de Bob Dylan en “Rocky Racoon”, al grupo The Who en “Helter Skelter” y, con la ayuda de Mike Love, a los Beach Boys y a Chuck Berry en “Back in USSR”.

A diferencia de Paul, John Lennon, encontró que sus flujos creativos se derivaban de dos fuentes bien definidas: Yoko Ono y sus propios ideales, lo cual lo marcaría para el resto de su carrera hasta su muerte en 1980. “I’m so Tired” y “Julia” hablaban de su estado de ánimo, la primera y de su madre, la segunda, pero ambas tenían a Yoko como puerto seguro, como la roca desde la que se puede asomar hacia su infinito interior sin miedo a caerse. “Dear Prudence”, “Sexy Sadie” y “The Continuing Story of Bungalow Bill” son reacciones honestas a su experiencia en la meditación trascendental, en la primera trata de salvar a la hermana de Mia Farrow de ser absorbida por su propio esfuerzo de alcanzar la espiritualidad y en la segunda denuncia la falsedad de su mentor después de enterarse de su abuso de confianza en la persona de la famosa actriz. En la tercera denuncia la hipocresía de uno de sus compañeros de retiro al pretender elevar su alma mediante las enseñanzas de la filosofía oriental mientras se da tiempo para ir a matar animales solo por diversión. Pero la parte mas importante en su evolución y definición como símbolo de la próxima generación termina de definirse aquí, ahora uno puede escuchar los acordes de “Happiness is a Warm Gun” mientras mira las fotos que la revista Life publicó de los asesinatos de Robert Kennedy y Martin Luther King en ese año, o sentir la estridencia de “Revolution” al compás de la marcha de los estudiantes durante el mayo de Paris y la noche de Tlatelolco, o el avance de los tanques soviéticos durante la primavera de Praga.

En el año en que el “Álbum Blanco” vio la luz, los Beatles eran el grupo musical de mayor influencia en el mundo. Los medios masivos de comunicación y los filósofos baratos se desesperaban por descifrar los mensajes ocultos que estos cuatro profetas modernos escondían en las letras de sus canciones. El propio Lennon hacia mofa de esto en una de las piezas del disco llamada “Glass Onion”. Pero hubo quien no lo entendió así, y poniendo juntas “Sexy Sadie”, "Revolution”, “Piggies”, “Blackbird”, “Helter Skelter” y su propia estupidez y mala leche se dio a la tarea de ser el ejecutor de la profecía que los mesiánicos ángeles de Liverpool supuestamente anunciaban, su nombre: Charles Manson. Manson entendió que el nuevo disco de los Beatles era una especie de Libro de las Revelaciones que ordenaba a un brazo ejecutor (por cierto, él, su novia Sexy Sadie y el resto de su familia) llamara a la rebelión (Revolution) a la oprimida raza negra, celebrada en “Blackbird” contra la tiranía de los blancos burgueses “Piggies” mediante el caos provocado en el “tobogán” que lleva al fin del mundo (Helter Skelter). Así que se resolvió a poner el ejemplo a los oprimidos respecto de la conducta seguir con la sociedad masacrando algo de gente bonita en una mansión de Beverly Hills, entre la que se encontraba la actriz Sharon Tate. Mas que cumplir con un mandato divino, Manson encontró en los mensajes ocultos del disco de los Beatles la excusa perfecta para vengar su propio ego herido al atacar la casa donde había vivido Terry Melcher, un productor musical que lo había rechazado algunos años antes por mediocre, sin talento y muy posiblemente también por chaparro, marihuano y no bañarse.

Afortunadamente el resto del mundo ha aceptado una influencia mas positiva y trascendente de la música del cuarteto de Liverpool ofrecida en ese disco doble, y aunque nos cueste trabajo aceptarlo como un trabajo en conjunto, entendemos que tenía que ser “ecléctico” para dar cabida al talento musical de Paul McCartney, al pacifismo de Lennon, al misticismo de Harrison, al buen humor de Ringo y abrir de este modo la puerta a la carrera de los cuatro como artistas en solitario. No había mas espacio para crecer juntos y su influencia individual se dejaría sentir en la música en las décadas siguientes. A nosotros, si queremos entender las raíces de muchas de las cosas que escuchamos en el radio hoy en día, nos queda de herencia la oportunidad de escuchar el noveno album de los Beatles. Un disco doble, que el cuarteto de Liverpool grabara en 1968, llamado simplemente “The Beatles”, pero que es mejor conocido en el mundo de la cultura popular como el mítico y legendario “Álbum Blanco”.

Solo Para Adultos




Si nos lo preguntaran directamente seguramente lo negaríamos, es mas, acusaríamos a quien lo propugne de retrógrada e incivilizado, pero es muy diferente hablar a tener que decidir y en los últimos días me he dado cuenta de que si quiero hacerle honor a la verdad debo confesar que… sí… ¡simpatizo con la censura!

¿Algún problema?

Y es que cuando uno siente la responsabilidad de mostrar lo adecuado necesita deshacerse de lo inconveniente, le pese a quien le pese. En otras palabras, reconozco que uno de mis personajes favoritos en el cine es aquel que hacia Bruno Kirby en “Good Morning Vietnam”, donde le pasaba tijera a las notas informativas de Robin Williams.

Ahora comprendo a Kirby, ya que de tarde en tarde me toca cuidar a Andrea, mi sobrinita de tres años, y me siento con la responsabilidad de no inducir en ella ningún mal ejemplo y cuido que todas las cosas con las que juega tengan un sentido provechoso y formativo; por ejemplo, le he estado explicando como funciona mi calculadora científica y le leo de vez en vez algún poema de Walt Whitman para que se vaya civilizando. Pero esta futura juventud ya trae la semilla del mal, y mi sobrina no se esta quieta hasta que me harta y me obliga a ponerle un CD de Cri Cri que le compró su papá.

¡Ahhhh!...Pero no vayan a creerme tan irresponsable de dejarla que lo escuche así como así. Primero le selecciono los temas que puede oír, por aquello de los mensajes subliminales. No quiero que se afecte de manera inconsciente de toda la mala intención oculta en las historias de un montón de personajes disfuncionales.

Por ejemplo, le quite “La muñeca fea” porque creo que es de muy mal gusto por parte de Don Gabilondo eso de estar exhibiendo a la gente en estados maníaco-depresivos que pueden dejarle una huella negativa imborrable a mi pobre sobrina, y luego las soluciones mal planteadas que ofrece… ¿qué es eso de “te quiere la escoba y el recogedor”?... como si juntarse con jodidos le arreglara la vida. Si de veras la quisieran ayudar, a ver, porque no le regalan una tarjeta de crédito con la que pronto se le olvidaría cualquier bronca.

Le quité “Los tres cochinitos” porque a mi esos sinvergüenzas no me engañan, y mucho menos el mas pequeño de los tres. Ese “mosca muerta” algo rompió y no quiere decir, de ahí que quiera ganarse una lana para ayudar a la pobre mamá: ayudarla a que no le acomode sus pescozones. Pero si escuchan bien la canción se van a dar cuenta de que la de la culpa de todo es precisamente la mamá, con los muchos besitos que les da. Y si no me creen analícenlo: el primero es un triste megalómano que se va a morir diabético, el segundo es un completo “looser” y “el más pequeño de los tres”… bueno, de ese ya no quiero hablar porque se me hace el más chueco.

“La marcha de las letras” se me hace una canción fascista. “Papá elefante”, un atentado contra la autoridad paterna. La princesa Caramelo de “Bombón I” se me hace una méndiga bruja interesada que puede pervertir a Andrea a tan tierna edad. Considero que la “Negrita cucurumbé” tiene una enorme carga erótica, y además creo que “el pescado con bombín” es su padrote. El “Negrito bailarín” a mi se me hace que es gay, y “Teté” ha de andar en malos pasos por eso no se quiere meter.

Pero no crean que todo es malo. En ocasiones la dejo escuchar cosas como “Caminito de la escuela”, para que se acuerde de sus amiguitos y “El chorrito”, para que vaya entendiendo el ciclo del agua.

Por lo demás, me siento muy orgulloso de estar formando a mi sobrina con una visión clara de la vida que le permita crecer como una niña sana y normal.

¿No creen?