“No matter what the future brings,
As Thames goes by”.
El manejo sustentable de los recursos hidráulicos se basa en una adecuada planeación, asistida por un efectivo monitoreo en su cantidad y calidad. Para lograr esto, se requiere un profundo conocimiento de la naturaleza del recurso y de las interacciones sociales, económicas y ambientales asociadas a su uso. En el pasado, la presencia del vital líquido era factor primario y suficiente para sustentar la habitabilidad de un lugar. De hecho, las grandes civilizaciones del pasado se desarrollan en las márgenes de los grandes ríos como el Nilo, el Tigris, el Éufrates, el Indo y el Yang-Tse. El pasar de los siglos vio al progreso del hombre dirigirse hacia una vida más urbana y con el advenimiento de la revolución industrial la cantidad del recurso dejó de ser la única variable a resolver en lo referente a disponibilidad del agua y ahora la calidad de las fuentes de abastecimiento comenzó a ser un elemento imposible de disociar en el manejo hidráulico.
Dice el monologuista argentino, Enrique Pinti, que a las cosas se las lleva la trampa siempre de la misma manera: “De a poco. Y cuando nos damos cuenta generalmente ya es demasiado tarde”.
Así sucedió en el siglo XIX, cuando Londres era la capital del mundo. Desde su fundación como campamento romano en el lugar donde Julio César pudo cruzar el río Támesis durante su campaña en Britania, la ciudad evolucionó teniendo al río como eje principal de su comercio. Con el tiempo el Támesis vio la conurbación de la City, Westminster y demás poblados aledaños para formar lo que sería la capital de Inglaterra y se volvió en el emblema de la misma.
Pero así como fue de idílico tanto tiempo, lo mismo se firmó la Carta Magna en sus márgenes, que servía de pista de patinaje en los inviernos isabelinos o de paseo acuático real para los Hannover con todo y la música de Handel como parte del cortejo, llegó el momento en el que el hacinamiento y el mal manejo de los desechos comenzó a afectar gravemente la calidad del agua del río, al punto que la corriente perdió sus propiedades depurativas naturales y el viejo Támesis comenzó a contaminarse de tal modo que en la época victoriana tomar agua del río era sinónimo de arriesgar la vida.
De ser el símbolo de la ciudad se convirtió en una vergüenza para los londinenses. La pestilencia que emanaba aquella sopa tóxica en que se había convertido el río, llegó a su punto más crítico en 1858. Existe una famosa caricatura de la época publicada en la revista Punch en la que Michael Faraday le ofrece sus servicios al Padre Támesis mientras se tapa la nariz para poder tolerar su presencia. Todavía en la obra de Jerome K. Jerome, Tres Hombres en una Barca, uno de los personajes increpa a otro acusándolo de poner en riesgo sus vidas por preparar el té con agua tomada directamente del río.
Todo esto terminó cuando Joseph Bazalgette tomó cartas en el asunto diseñando la red de alcantarillado para la ciudad y después el Metropolitan Water Board le dio continuidad a un plan estratégico de manejo hidráulico regulando las descargas y estableciendo, estratégicamente distribuidas, plantas de tratamiento de aguas residuales. La limpieza del río duró casi un siglo con un estricto control y seguimiento de los planes de restauración y manejo hidráulico. Actualmente, el cuidado del Támesis, a cargo de la Environment Agency, incluye monitoreo constante de su calidad física, química y biológica. Las autoridades esperan algún día volver a ver al salmón en las aguas del Támesis, el cual sería un indicador de que la pureza de la calidad primigenia en sus aguas se ha restablecido. En cuanto a la dotación también se buscó hacer más eficiente el aprovisionamiento de una urbe, que ha llegado a tener en la actualidad casi 14 millones de habitantes, mediante la construcción de reservorios en el Valle del Támesis, muy cerca del aeropuerto de Heathrow.
Ahora bien, Tampico dista mucho de ser un monstruo urbano y el río Tamesí no es una corriente principal sino la confluencia terminal de una subcuenca del río Pánuco. Esto quiere decir que, ni Tampico es Londres ni el río Tamesí el Támesis, sin embargo, la interdependencia es la misma, ya que el aprovisionamiento de agua potable para la ciudad proviene del sistema lagunario asociado a la cuenca baja del río. Para una zona conurbada que equivale a la demografía londinense del siglo XVIII, el manejo hidráulico local ha sido, es y será, en el futuro inmediato, adecuado y suficiente. Y aunque haya años en que tenga sus bemoles, debido a los caprichos de la meteorología, hay sobrada capacidad técnica en las instituciones locales, tanto en la administración pública como en la academia, para resolverlas.
Con todo y esto es válido pensar, que los tiempos pasados de otras latitudes pueden ser los futuros en las nuestras. De aquí a largo plazo el modelo conceptual de control ahora empleado no va a ser suficiente para la administración del agua en el sistema. En la actualidad se regula el río con escalas estratégicamente dispuestas a lo largo de su curso, que proveen datos diarios de niveles hidráulicos que permiten calcular volúmenes y áreas disponibles en el conjunto de las lagunas. Para que esto funcione se simplifica la idea de sistema lagunario no como un conjunto interactuante de cuerpos de agua que de algún modo funcionan como vasos reguladores, sino como un enorme reservorio virtual cuya primordial arma de control es el dragado y la protección a la influencia estuarina. Esta es la idea detrás de la persistencia de un proyecto como la Presa Chaparra que nunca acaba de cuajar por afectar en muchos ámbitos, no solamente el económico.
En un ejercicio de prognosis que trate de anclarse en la lógica, se puede aventurar un crecimiento urbano, en largo plazo, que bordee por el norte los cuerpos de agua del sistema, comenzándolos a exigir de manera individual en su abastecimiento y descarga, desvelando así su verdadera potencialidad y no como ahora en que el esquema resulta efectivo porque Chairel y Champayán actúan como resumideros o abstracciones de un enorme y difuso cuerpo de agua del que son solo parte integral. Un plan sustentable de manejo hidráulico en la zona para el largo plazo exige un cambio de modelo conceptual de análisis que permita simular las interacciones hidrodinámicas internas al sistema para así poder detectar posibles riesgos cuantitativos y cualitativos del recurso para prevenir que nos tome por sorpresa algún escenario extraordinario. Sería bueno echar un ojo a los estudios de caso en donde escenarios similares muestren como el destino los ha alcanzado por exceso de confianza en el presente y la falta de planeación.
A pesar de la cuasi homofonía del topónimo, nuestro río Tamesí en la Huasteca no tiene correspondencias hidrográficas, ni la alcurnia histórica del río inglés pero es muy similar en su potencialidad hidrológica y al servir como corriente axial de un enorme sistema lagunario se vuelve un elemento vital para el desarrollo sustentable del sur de Tamaulipas. Tan vital como lo es el Támesis para Londres.
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