jueves, 2 de julio de 2009

El Día que la Música Murió



Mira una vez más a su alrededor y siente la expectación profunda. Todas esas personas están ahí esperando a que diga algo. Cierra los ojos por un momento y la misma pregunta que lo atormenta desde siempre se le aparece nuevamente: ¿es que no lo conté todo ya?

El destino es intransigente e iconoclasta. Hace poco ha vuelto a pasar y sin embargo la primera vez parecía un momento único. Algo que el universo había escogido solo para él y su generación. Para ellos fue que escribió aquel mensaje críptico de 1972. Miles de jóvenes lo aceptaron de inmediato porque era una biografía colectiva. Un fresco de amor, paz y adiós a la inocencia donde él, sus amigos y el whisky, le cantaban a un mar que ya no acudiría a la cita nunca más: “este será el día en que moriré”.

Por un momento pensó que, para las generaciones los ideales se hacen añicos revelándose al final que lo que uno pensó que era roca sólida resultó ser un cristal muy fino. Esto pasa cuando el abanderado de la generación cae, junto con el también cae lo que representó para los miles de adolescentes que le seguían. Hasta que alguien mas recoge la antorcha y alumbra en otra dirección. Así fueron todos esos días en que el diablo sonrió con deleite.

Así fue el 3 de febrero de 1959: el avión en llamas, la novia que espera de blanco y al compas del reloj Elvis sigue moviendo la pelvis, el piano arde bajo grandes bolas de fuego mientras Jerry Lee Lewis sigue tocando y Chuck Berry baila con paso de pato si Little Richard grita bi-ba-bo-lu-ba-bi-lam-bam-bu.

Así fue el 8 de diciembre de 1980: los lentes caen al suelo tras los disparos, los miles de velas encendidas imaginan una oportunidad a la paz, hay una chica histérica ante un puñado de pasto que pisó Paul, la tabla de surf que monta las ondas de radio no puede detener la invasión británica en América, Sus Satánicas Majestades enseñan la lengua al tiempo que los ángeles del infierno hacen rugir sus motocicletas, Morrison abre las puertas de la percepción y desaparece tras ellas junto a Janis, Hendrix toca la guitarra con los dientes y Bob Dylan deja rodar a las piedras como respondiéndole al viento.

Así fue el 24 de noviembre de 1991: el sida expía los excesos que dejó la Rapsodia Bohemia, Tommy juega al pinball, Led Zeppelin sube la escalera al cielo, el pato Donald camina las calles de ladrillo amarillo, Ziggy Stardust conoce a las arañas de Marte, los fantasmas se divierten en el Hotel California, la policía ronda en cada suspiro, la televisión mata a la estrella del radio, las piernas de Tina Turner no se cansan de bailar y aunque el verano del ’69 haya quedado muy atrás y el rockero sexy sea ahora viejo y se haya vuelto un crooner, el baterista sabe que no se necesita saco para volver a escucharle pues sigue siendo rock and roll para el pianista.

Y así fue el 25 de junio de 2009: una mano enguantada dice adiós al hombre que quería ser blanco y no quería crecer. Otro cadáver que huele a espíritu adolescente. Durante trece minutos los zombies bailan en un cementerio, Marilyn Manson regresa del infierno, el hombre a la luna, Madonna se masturba sobre el escenario y los demás cantan una canción por África. Bon Jovi eleva una plegaria, Bono aún no encuentra lo que andaba buscando, la música se vuelve ruido, los raperos se hunden en el crimen y el hip hop en la pornografía. Nada importa, de cualquier manera la lluvia de noviembre pronto pasará.

Después de todo este vaivén de imágenes Don refunfuña escéptico, o quizá piensa, que sería justo conceder otros versos a su enigmático himno… ¿Acaso no tiene derecho cada generación a recibir las señales portentosas del destino para guiar su propia melancolía?... Aspira por última vez y escucha a su propia voz, ahora firme y serena por los años, decir una vez más:

“Hace mucho, mucho tiempo,
todavía recuerdo,
cuando la música solía hacerme sonreír…”




jueves, 18 de junio de 2009

Netito 777



La diferencia entre un chisme y un argüende no es nada sutil, ya que radica en la cantidad de personas involucradas en la dispersión irresponsable, consciente o no, de alguna información en particular. Sin embargo, ambos conceptos poseen orígenes comunes verbalizados en frases como: “lo sé de fuente fidedigna”. Esta frase en particular es el prefacio de que se está a punto de escuchar algo que en el mejor de los casos puede ser interesante y hasta divertido pero jamás verificable y por lo tanto digno de toda nuestra desconfianza.

Esta es la tragedia de la más grande enciclopedia de todos los tiempos, la digitalmente omnipresente Wikipedia. Pareciera que por su naturaleza comunal estuviese condenada a convertirse en el rostro oficial de esa famosa fuente fidedigna de los chismes y por lo tanto una abierta invitación a dudar total o parcialmente de su contenido. La periodista Carmen Pérez-Lanzac publicó, en el periódico español El País, algunos datos precisos al respecto: “150,000 voluntarios han escrito 11 millones de artículos en 265 idiomas, es gratis, se corrige en el acto y tiene capacidad infinita dicen sus defensores. Es opaca, anárquica y una fuente de difamación, afirman sus detractores. Nature determinó que la Enciclopedia Británica es un 24% mas fiable”.

Pues bien, es hora de confesar que por un cierto tiempo fui uno de esos 150,000 voluntarios que menciona el reportaje y éste es el recuento de mi experiencia personal como militante de buena fe en la cruzada electrónica del conocimiento:

Comencé a colaborar con la Wikipedia un día en que, de manera accidental, quise consultar un tema de cultura general y fui a parar a un artículo que me dio pena ajena por estar escrito en español con una calidad muy baja en cuanto a contenido y presentación. Al cabo de un rato estaba frente a la computadora con un arsenal de libros sobre el tema y diccionarios de todo tipo para poderlo corregir como Dios manda y así, finalmente consultarlo de ahí en adelante sin pasar sonrojos. Poco después de eso, me vi colaborando de manera regular y anónima en la popular enciclopedia de la red. Reconozco que la calidad anónima de mi colaboración siempre se debió más a un acto de pereza que de humildad, puesto que, como de cualquier forma no pagan, no le veía sentido, y además me daba flojera registrarme antes de cada edición.

Nunca tuve mucho tiempo libre como para escribir un artículo entero, aunque me hubiera gustado, pero trataba que mis colaboraciones, por pequeñas que fueran, tuvieran su valor en cuanto a confiabilidad. Este sentido de la responsabilidad me limitaba a trabajar pacientemente en la traducción de artículos pequeños de la versión en inglés, correcciones de estilo, ampliación de artículos ya existentes o simplemente arreglando las plantillas para mostrar la información de manera mas clara. Todo iba muy bien y el sentimiento de satisfacción personal, de estar colaborando para expandir el conocimiento compartiendo lo poco que puede uno recopilar de los libros que lee, se fue acrecentando hasta que se me apareció el terror del vecindario: Netito 777.

Un buen día al terminar de trabajar en la ampliación de un artículo que me costó un par de horas de arduo trabajo se me apareció mi némesis por primera vez. Al querer ver el producto final en la página de consulta del artículo en cuestión simplemente no encontré lo que yo había agregado. Cuando entré al historial de edición de la página supe la razón: “cambios revertidos por Netito 777”. Esperé un rato y volví a copiar y pegar mi versión y al poco tiempo la mosca volvió a molestar. Después de tres intentos decidí investigar la identidad del bromista en su perfil de usuario y pude saber que no se trataba de ningún bromista sino de un flamante patrullero de Wikipedia (bibliotecario creo que es el título oficial) que vela por la salvaguarda del estilo, formato y contenido de los artículos y que en su zona exige calidad total. Constaté además que no era el único victimizado por lo estricto de la supervisión de Netito (espero me disculpe la confianza pero así se identifica, aunque imagino que se llamará Ernesto). Muchos otros wikipedistas le escribían suplicándole les autorizara sus escritos que el había puesto en cuarentena a causa de nimiedades en el formato y la redacción. Lo bueno es que los que le escribían y se presentaban con él y se ponían a sus órdenes les era otorgada la dispensa necesaria para poder publicar libremente sin volver a ser molestados. Los que no, seguiríamos en la mira sin importar que tan confiables fueran nuestras fuentes o que calidad tuvieran nuestros aportes.

Desde ese día Netito 777 llegó para quedarse y hacernos a muchos la vida de cuadritos. No se si la solución al problema hubiera estado en hacerle entender a nuestro patrullero la diferencia entre colaboración y vandalismo. Cuando se colabora puede que un artículo no quede perfecto pero si algo fue omitido sera porque quizá la fuente que se usó no fue la mas adecuada o por simple descuido del autor. En este caso se espera que alguien mas interesado en el tema llegue y complete el trabajo de edición (podría ser el mismo Netito ya que tan preocupado está), no que le arrojen a uno su trabajo al bote de la basura sin más preámbulos. Creo que así se entiende la filosofía del proyecto y es lo que nos seduce del mismo, la capacidad de trabajar en conjunto a nuestro propio ritmo desde diferentes partes del mundo con un objetivo común. Si aparte de invertir esfuerzo de manera gratuita sin recibir las gracias se desprecia nuestro trabajo, bueno o malo, tratándonos como vándalos nada mas porque no pasa uno a “reportarse con papá”, se justifica totalmente que el interés por cooperar decline.

Me hubiese encantado discutir el asunto con el interfecto pero es muy difícil encontrar la seriedad, si no es que rayaría en lo absurdo, en comenzar una discusión entre el IP de una computadora y alguien que para trabajar se identifica con su hipocorístico y el número de placa que usaba Cantinflas cuando se vestía de policía. Como un llamado a la propia sensatez y respeto a mi mismo decidí abandonar el campo de batalla antes de que el ego me empujara a una comunión de necedades con un tipo que lo único que pretende es que se le halaguen los oídos con un: “a sus órdenes jefe”. Por supuesto que después de esta experiencia con tan simpático personaje se me han quitado las ganas de militar en las filas de la buena voluntad. Con esto, ahora me pregunto si la calidad de las colaboraciones en la Wikipedia dependen no solamente de lo que se hace sino de lo que lo dejan a uno hacer.

Después de algún tiempo sin colaborar un buen día entré a hacer una consulta y al reconocer el IP de mi computadora el sistema de Wikipedia me mandó un mensaje a manera de disculpa en el que me agradece mis anteriores aportes. Demasiado tarde para mi gusto, puesto que si de ponernos exquisitos se trata, quiero dejarle bien clara mi postura al señor Jimbo Wales y es que no pienso volver a colaborar en su dichoso proyectito hasta que no lo patrulle gente como el Doctor Moreno de Alba o cualquier otro miembro de alguna Academia de la Lengua y no un ego-maníaco con nombre de usuario de videojuego. Eso si, pienso seguir usando a la Wikipedia como herramienta de consulta primaria, como aprecio del esfuerzo de los que siguen prestando ayuda desinteresada en nombre del saber… y porque, aunque genere incertidumbre en su contenido, sigue siendo gratis.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Plata o Plomo



En su recuento de los hechos, Mark Bowden establece que Matar a Pablo se hizo realidad para los Estados Unidos poco después de La Caída del Halcón Negro en la segunda mitad del año de 1993. El cadáver acribillado del rey de la cocaína sobre el tejado de una casa en el barrio de Los Olivos fue el punto final para una historia que comenzó un par de décadas atrás y que convirtió a Medellín en el centro de poder del criminal mas poderoso del mundo: Pablo Escobar Gaviria.

En la década de los setenta, el sector de la sociedad norteamericana que se inclinaba por el consumo de las drogas dejó de lado la mariguana y comenzó a demandar cocaína. Pablo Escobar, que había comenzado su carrera delictiva como ladrón de lápidas, pronto vio en esto un área de oportunidad para obtener enormes ganancias y se convirtió en el principal proveedor de coca y en el líder de un poderoso cártel cuya base se hallaba en la ciudad de Medellín, en el departamento colombiano de Antioquía. Al poco tiempo Escobar dirigía un imperio plagado de castillos construidos con arena blanca e idolatría popular y habitados por la sangre y el terror.

Para los pobres de la ciudad Pablo Escobar era simplemente “El Patrón”. Un patrón que veía por ellos cual Robin Hood contra los abusos de los poderosos. Un patrón que siempre tenía abiertas las puertas de su casa para ellos. Una casa que en realidad era una finca enorme, la Hacienda Nápoles, en cuya entrada se posaba la avioneta con la cual realizó su primer viaje de negocios a los Estados Unidos y que tenía un enorme zoológico al interior que podía visitar cualquiera que viviera o estuviera de paso por Medellín. Era tanta la popularidad de Pablo entre la gente del pueblo que a principios de la década de los ochenta llegó a ser elegido representante sustituto en el Congreso de la República. En esos momentos él se veía a sí mismo como la versión colombiana de su ídolo, el revolucionario mexicano Pancho Villa.

El Cártel de Medellín había impuesto desde el comienzo una ley en el lugar que se exportó a toda Colombia, la cual ofrecía la disyuntiva inapelable de plata o plomo para todos los oficiales de policía, funcionarios de justicia y soldados del ejército: “o tomas el dinero o te mueres” era la oferta irrechazable para quien tuviera que negociar con ellos. Algunos se rehusaron a hacerlo como el Ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla o el candidato presidencial, Luis Carlos Galán y el cártel les pasó la fatal factura.

La administración del presidente Reagan había calificado a los cárteles colombianos de la droga como un peligro inminente para la seguridad nacional y les había declarado la guerra a mediados de los ochenta. Tom Clancy tomaría la declaración de Reagan (A Clear and Present Danger) como título para una de las novelas de su famoso agente Jack Ryan, que en el cine sería encarnado por Harrison Ford en 1994 y en la cual combatía a un villano inspirado en el famoso narcotraficante colombiano. Con la intervención de los Estados Unidos en la caza de narcotraficantes en Colombia, Pablo Escobar y los jefes de los diferentes cárteles unieron fuerzas y fueron capaces de financiar a un comando terrorista, el M19, el cual tomó el Palacio de Justicia en noviembre de 1985 para exigir la revocación de los convenios con el gobierno americano: “preferible una tumba en Colombia que una cárcel en los Estados Unidos”. El Congreso cedió. Virgilio Barco, presidente entrante lo ignoró y renovó los tratados. Esta vez la inteligencia militar norteamericana instalaría una central en Colombia llamada Centra Spike.

Debido al asesinato de Galán en 1989, a veces equiparado con el de Eliécer Gaitán en los cuarenta, César Gaviria se vio de pronto en la primera magistratura y lo primero que enfrentó fue aquella Noticia de un Secuestro que se le repitió una y otra vez por todo el país y que tiene a Gabriel García Márquez como su mejor relator. Como medida de presión hacia el gobierno para hacerlo desistir de firmar un tratado de extradición con los Estados Unidos de los peces gordos de la droga, Pablo Escobar diseñó una ola de secuestros que tenían como blanco miembros de familias ricas y ligadas al poder en el país. Con este acto comenzó a perder popularidad entre las masas que antes de eso lo idolatraban como a un héroe nacional.

Gaviria entendió que debía de negociar y lo hizo. Aceptó que Escobar construyera su propia prisión, una fortaleza llamada “La Catedral” en los alrededores de Medellín y que escogiera sus guardias y compañeros de celda. El capo muy dócilmente respetó el trato con el gobierno confinándose en las lujosas instalaciones de su moderna y confortable prisión, desde donde siguió dirigiendo su imperio sin mayores molestias. Fue precisamente esa charada la que los Estados Unidos forzaron a desmantelar al presidente Gaviria y Escobar presintiéndolo se escapó por los pelos de un traslado a una cárcel formal del gobierno. A partir de ese momento empezó una de las cacerías mas descarnadas de la historia del crimen en la cual participaron Centra Spike, Delta Force, la DEA, la CIA, el comando especial denominado Bloque de Búsqueda y el ejército nacional colombiano. Además de una coalición de grupos delictivos enemigos liderados por el cártel de Cali y conocidos como los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar).

El último año de la persecución los aviones de Centra Spike patrullando el cielo de Medellín en la busca de señales de radio que dieran con el paradero de Pablo se habían vuelto parte del paisaje. Por tierra el Bloque de Búsqueda del coronel Hugo Martínez llegaba siempre segundos tarde, mientras que los Pepes brindaban una ayuda que desde el gobierno nadie les había pedido, pero que en el fondo agradecían, eliminando a todos los integrantes del cártel escobarista que se cruzaban en su camino. La fiera estaba acorralada. Alma Guillermoprieto reportaba desde el New Yorker que el imperio de Pablo Escobar poco a poco se iba desmoronando. Hasta que el día final llegó el 2 de diciembre de 1993, fecha en que el Bloque de Búsqueda llegó finalmente a tiempo para hacerlo bailar una danza mortal cuando intentaba escapar pistola en mano de su última guarida.

Han pasado muchos años y todavía no se acaba el funeral de Pablo Escobar. Las paladas de tierra que los medios de comunicación siguen arrojando sobre su tumba han servido para revelar muchos de los vergonzosos engranes que han servido para su supervivencia a la clase política colombiana de las últimas décadas. Poco después de concluida la caza de Escobar, Joe Toft, responsable de las operaciones de la DEA en Colombia en esos años, dejó un dardo envenenado en la prensa al hacer pública la existencia de dinero del Cartel de Cali en la campaña presidencial del siguiente presidente colombiano, Ernesto Samper. Más recientemente la periodista y amante del narcotraficante, Virginia Vallejo, en su libro Amando a Pablo, Odiando a Escobar ha abierto la polémica sobre las implicaciones con el narco que, en su pasado político, tuvo el actual presidente Álvaro Uribe.

Después de Pablo Escobar a Medellín solo le quedó la resaca de una orfandad violenta e incoherente que Fernando Vallejo describe con toda crudeza en La Virgen de los Sicarios, pero mientras la sombra de El Patrón se irguió sobre la ciudad al resto de Colombia solo le quedó el plomo para negociar con un hombre que en vida tuvo la plata suficiente para comprar a todo un país.

jueves, 5 de marzo de 2009

Cambridge los Viernes



Esta vez quería hablarles de mis visitas a Cambridge los viernes y particularmente de las bellezas de la histórica ciudad. Sin embargo, me ha dado cuenta que después de 15 visitas durante el año todavía no conozco Cambridge. La razón es que la oficina de mi supervisor está a solo dos cuadras de la estación de tren y cuando termino el turno al atardecer, ya no le encuentro sentido a caminar, con la laptop a cuestas, hasta el centro porque en primer lugar todo está cerrado y en segundo lugar los trenes de vuelta se van espaciando mas y mas y si pierdo el que sale a una hora en particular me tengo que esperar otra hora al siguiente y termino llegando a Guildford a media noche.

Antes de empezar las visitas académicas regulares este año había estado un par de veces en la dichosa ciudad. La primera un domingo que unos amigos mexicanos me invitaron y fue cuando recorrí lo poquito que conozco y que se trato de ver todo lo que se puede ver en una tarde. La segunda vez fue el año pasado, poco antes de hacer mi Examen de Transferencia, tuve que ir a recoger mis correcciones porque Gugs (mi supervisor) había salido del país por cosas de trabajo y no iba a ir a Surrey hasta el día de mi Viva, mientras tanto yo tenia que enmendar el documento. Así que ese día con todo el dolor de mí corazón pagué las 45 libras que cuesta el pasaje (sin que me lo reembolsaran los de la escuela) y me subí al tren con toda la mala intención de desquitar el dinero del pasaje visitando lo que me había faltado visitar en la primera ocasión.

Todo hubiera salido muy bien y ahora sería un buen guía de turistas por Cambridge sino hubiera sido por Alikhan. Y como ya se que se estarán preguntando quien es Alikhan se los voy a decir. Alikhan era un compañero de la escuela que trabajaba con Gugs, era algo así como “su pequeño saltamontes”, una especie de mano derecha combinada con aprendiz. Muy introvertido, era de donde es Borat (Kazajistán o un lugar de esos, que por cierto me cuide mucho de nunca hacerle una broma al respecto), que usaba lentes y se acababa de casar con una muchacha también de Kazajistán, también muy introvertida... y que también usaba lentes.

El asunto es que cuando Alikhan iba con Gugs de visita a la Universidad de Surrey había que estarle sacando las palabras con tirabuzón y casi arrastrarlo hasta donde se juntaban los demás compañeros para que socializara. Así que ese día que fui a recoger mi Transfer Report, cuando me dijeron que era Alikhan el que me lo iba a dar hasta me dio alegría porque significaba que no iba a perder mas de 15 minutos en la oficina donde trabajan e iba a tener el resto del día para visitar lo que me faltaba de Cambridge y justificarle a mi bolsillo las 45 libras empleadas en el viaje. Pero ese día no se si habrá habido luna llena la noche anterior porque Alikhan parecía cotorra recién bañada. Desde que me recibió se soltó plática y plática hasta que yo desesperado, después de ver que el reloj no interrumpía su marcha y el día se me estaba yendo sin poderme ir a visitar el pueblo y por no parecer grosero insinuándole que había cosas mas interesantes que hacer en Cambridge que estar charlando con él sobre modelado hidráulico le solté, sin pensar, una mentirilla piadosa.

¬ Me vas a disculpar Alikhan pero me voy a retirar porque tengo que regresar a Guildford temprano.

¡Nunca hubiera abierto la boca! Hasta ese momento, Alikhan, nada mas había estado parlanchín, pero ahora le dio por ponerse muy atento y cortés e insistió de manera irrefutable en acompañarme a la salida porque tenía que ir a comprar su lunch. Yo atrapado en mi mentira le dije que si porque pensé que me iba a deshacer de él nada más saliéramos del edificio. Pero eso no sucedió. Alikhan compraba su lunch en el Marks and Spencer que está en la estación del tren. Nos paramos enfrente de la tienda y lo quise despedir diciéndole que me iba a ir metiendo a los andenes para que no se me fuera el tren. Mi plan en esos momentos era que Alikhan se metiera al Marks and Spencer a comprar su comida y yo traspasar los molinetes (algo que nada mas puede hacer la gente que tiene boleto comprado), hacerme tonto unos diez minutos hasta que lo viera salir de la tienda con su baguette en la mano camino de vuelta a su oficina y entonces salirme de la estación del tren y visitar por fin el centro de Cambridge a mis anchas (y sin pegostles). Con lo que no contaba fue que los tableros que anuncian las salidas de los trenes están a la vista de todos y apenas hube mencionado que iba a buscar un tren en los andenes para irme, Alikhan volteó a ver el tablero y, para mi mala suerte, descubrió un tren que estaba a punto de salir.

¬ Pero hay que apurarse ¬ me dijo sin que yo me lo esperara.

Y agarrándome del brazo me arrastró junto con él hasta los andenes (iba con tal determinación que se pasó por los molinetes hasta el andén y el guardia no le dijo nada) y antes de que yo tuviera conciencia de lo que realmente estaba pasando, aterricé de panza en el interior de un vagón que estaba a punto de partir y vi como Alikhan se despedía desde el andén y finalmente se daba la vuelta para ir a comprar su bendito lunch.

Cuando Alikhan se perdió de vista en el área de los molinetes y yo trataba de explicarme que había pasado conmigo y checar si traía conmigo todas mis cosas, mi Transfer Report, mi reloj y mis llaves, en ese momento una voz me sacó de mis cavilaciones:

¬ Welcome aboard the Service Train to Glasgow. This is the train to Glasgow. Calling at Glasgow ¬ al tiempo que sonaba el primer timbrazo de la alarma para que se cerraran las puertas y el tren se empezara a mover.

Fue cuestión de segundos el reaccionar y saltar de nuevo del vagón al andén antes de que se trancaran las puertas y el tren iniciara su marcha sin paradas rumbo a Escocia. Esa pudo ser mi última oportunidad de agradecer a la fatalidad y verme otra vez en posibilidad de estar libre de gente solícita y de las urgencias del viajero para visitar de una vez por todas el centro de la ciudad y digo pudo ser sino fuera porque a mis espaldas oí una voz muy familiar que me decía.

¬ Rápido Juan Carlos, cuando iba de salida me di cuenta que te habías subido al tren que no era. ¡Menos mal que llegué a tiempo!

¬ Si ¡Menos mal! ¬ repliqué desolado, sintiendo que el mundo se me derribaba encima de nuevo.

Esta vez ya ni me defendí. Convencido que visitar el centro de Cambridge no era algo que los dioses tuvieran destinado para mi ese día, yo solito y por mi propio pie me subí al tren a Kings Cross y mientras el tren se alejaba del andén, por la ventana me despedí con la mano de Alikhan que había esperado para dar un reporte detallado hasta el último minuto a Gugs de mi visita con una sonrisa de satisfacción por el deber cumplido en el rostro. Yo por mi parte, no me quedó otra cosa que hacer que agradecer sus finas y excesivas atenciones, diciendo por lo bajo:

¬ ¡Pinche Alikhan!

Después de incidente he vuelto a Cambridge por mis juntas de trabajo oficiales de los viernes durante este año, pero jamás me he sentido tentado a escaparme otra vez a pasear por la ciudad. Llego a las 10 o 10:30 y me estoy trabajando bajo la supervisión estricta de Gugs hasta las 6:00 o 6:30, hora en que camino dos cuadras de vuelta a la estación y tomo el tren de regreso a Guildford. Espero que cuando termine el doctorado pueda finalmente hacer un recorrido a mi placer por el centro histórico y les pueda contar entonces de mis impresiones acerca de Cambridge. Aunque tenga que ir disfrazado para que no me reconozcan Gugs o Alikhan y se me aparezcan para echarme a perder otra vez los planes.

jueves, 26 de febrero de 2009

El Último Chorizo



“Savierte al distinguido público, y al normal, que determinados pasage deste alticulo, puen, pol su contenío herí la sensibildá de pelsona esesivamente emotiva, asi como la de lo funsionario, niño, e indolesentes o pelsona mayore, o mu mayores, curatas, militares con y sin graduasión, maricone y homosensuale, ingeniero agrónomo, jugadore de balonceto, bombero, espeleólogo, chino, político, alcolico y drogadisto, divorsiado, torero, esquisofrenicos, australiano, soplapolla, tranviario, lo nasido en Chinchinati, Ojaio, monosabios, parlanchine, bibliotecario y la madre que lo parió, o sea prasticamente a tol mundo… ¿Fale? “
Makinavaja


Por si alguna vez no se puede resistir a la tentación de ejercer el derecho a la pedantería, es recomendable tener cuidado cuando se escuche a los españoles hablar de Makinavaja y para no desbarrar hay que asegurarse, antes de intervenir en la charla y comenzar a pontificar sobre el impacto de la figura de Mackie Messer en la cultura occidental, que realmente se refieren al personaje de La Ópera de los Tres Centavos y no al nacido en los trazos del dibujante catalán Ramón Tosas Fuentes, mejor conocido como Ivá entre los fieles a la lectura de la famosa revista española El Jueves (que, por cierto, sale los miércoles).

A este Makinavaja no le cantan ni Sinatra, ni Bobby Darin, ni mucho menos Miguel Ríos y aunque el grupo navarro Tijuana Blue los confunda parcialmente y a propósito, sus similitudes con el Mackie Navaja clásico se reducen a que los dos se mueven en el terreno de la marginalidad. Pero a diferencia del maleante victoriano, este sinvergüenza posee una cierta estatura moral en el desempeño de su oficio, misma que lo eleva a la categoría de poeta y hasta profeta ante los ojos de sus correligionarios. En este sentido es mas comparable a Aecio, quien fue el último en entender y mantener el espíritu militar de su raza en un imperio que se desmoronaba y debido a eso pasó a la historia como “el último de los romanos”.

A diferencia de Aecio que era general, Makinavaja es simple y llanamente un "chorizo" y en vez de tener los gloriosos Campos Cataláunicos como escenario de sus andanzas, la batalla la presenta en las callejuelas de los bajos fondos de la ciudad condal, bregando entre el colorido nocturno que dan las zorras y los camellos del lugar con quienes acompaña sus aventuras. Lo que si comparte con el romano es la bien ganada consideración de ser el último practicante litúrgico de su oficio, lo que hace que se le reconozca a escala nacional como “El Último Choriso” (lo de la falta de ortografía es por la manera de pronunciar en la jerga catalana).

Pero no se vaya a pensar que esto del oficio es peyorativo. Mas allá del albur y la cocina, el oficio de “chorizo” es toda una institución en España ya que, además del embutido, es el término que en caló se aplica a los ladrones de poca monta, descuidistas y atracadores de a pie. El vocablo se deriva del agitanado verbo chorar, de igual naturaleza y sinónimo de robar. Razón por la cual el propio Makinavaja describe a su gremio diciendo: “Semos peligrosos y nos llaman maleantes. Por respirar sin permiso. Por tirar siempre pa’lante”.

En sus aventuras Makinavaja (llamémosle Maki) nunca está solo, lo acompaña siempre su fiel escudero Popeye Smith (llamémosle Popy), Mustafá (llamémosle Mojamé o Moromierda) y su abuelo (de Maki), además de la señora Maru, el Pitufo, la Manoli y otros muchos personajes tan bizarros como probables en la realidad del submundo barcelonés. Todos ellos coinciden diariamente en una tasca del barrio chino conocida como el Bar de “El Pirata” y regenteada por el propio Pira en persona.

Pero, como ya dijimos, a diferencia de sus colegas Makinavaja no es un maleante cualquiera. Sabe lo que se hace y tiene la convicción de que “en un mundo podrido y sin ética, a las personas sensibles solo les queda la estética”. Razón por la cual cuando comete un atraco respeta todas las reglas de la vieja escuela aunque el resto de la pandilla no se entere de que va el plan estando a la mitad del mismo. Siendo tan sensible y convencional no perdona de los ignorantes un insulto a Sinatra y arropado por la filosofía que da la experiencia, el Maki termina representando un faro de luz para todos los que lo circundan. Es capaz de aconsejar al Pitufo, su sobrino, recitándole el If de Rudyard Kipling de memoria a la mitad de una botella. Sin embargo, al final, sabe que por muy difíciles que se pongan las cosas siempre hay una solución pragmática para todo… “Popy, pásame la recortada”.

El transcurrir de Makinavaja, desde su nacimiento en las tiras cómicas hasta el “por siempre” que da el ganarse un lugar en el canon popular de la cultura contemporánea española, ha pasado por el teatro, el cine y la televisión de manera contundente. Pese a la sordidez del ambiente en que vive, el anarquismo que emanan sus actos y un atuendo hortera y delator rematado por un tupé que lo hace parecer fugado del “Rock de la Cárcel”, el Maki le tiene desde siempre robado el corazón con su carisma a los ibéricos. Poco importa que lo firme Ferrán Rañé, Andrés Pajares o Pepe Rubianes (aunque habrá que respetarle a cada quien su gusto).

Sea quien sea al que le toque ser, lo importante aquí y ahí (en la realidad y en la ficción) es que el mundo ya no es el mismo y poco a poco va perdiendo sustancia para los aún militantes de la vieja escuela en el arte del dos de bastos y el robo de bancos. Ante este escenario Maki no puede ocultar una lágrima de nostalgia por un mundo que está condenado a desaparecer en medio de la majadera realidad que ahora toma por el cuello a las nuevas generaciones y las despersonaliza debido al abuso de la tecnología y los medios. Decepcionado, lamenta profundamente que en estos tiempos ya ni los atracados se saben comportar: “No se si es por el agua con cloro que beben o por los pollos de granja que comen pero la gente de este país cada vez está mas burra y mas pirada”.

Pero se puede enjugar la lágrima sin pudor porque el Maki sabe que el mundo no se va acabar mientras quede alguien que conserve la convicción en su oficio para predicar con el ejemplo. Tomando en cuenta la crisis de valores que viven las sociedades modernas, lo de menos es que el ejemplo sea bueno o malo, lo importante es que exista uno y para eso está él.

Y hay que decirlo pa’l que no se acuerde.
La esperanza es esa puta que va vestida de verde
”.