Hay
algunos que dicen, que todos los caminos conducen a Roma. Entre ellos, y quizá
sea el más famoso, está Luis Eduardo Aute. Los hay, por otro lado, que dicen
que han visto en el cielo las mismas nubes, con la misma forma y a la misma
altura, durante muchas horas. La desinformación a veces ayuda a simplificar
pero en otros casos confunde dando pie a las conspiraciones mundiales.
En
esto de los efectos del calentamiento global, están los que dicen (y son las voces
oficiales en el mundo) que la Tierra se está calentando de manera exponencial y
que pronto tendremos consecuencias de repercusión directa en la biología de
nuestro planeta, como dice la canción pero está vez literalmente, estamos poniendo
nuestras vidas rumbo a Venus en un barco,
y todo a causa de la ambición desmedida del hombre cuya actividad industrial lo
lleva a alterar el equilibrio que hay en la atmósfera entre el efecto
invernadero y el clima.
Permítaseme
en este párrafo explicar la metáfora del viaje a Venus para que no quede
críptica. El barco sería la Tierra que nos contiene. Sus procesos internos nos
permiten viajar a bordo de ella por el universo. A diferencia de Venus que es
inhabitable debido a que uno de estos procesos, el efecto invernadero, se
manifiesta tan intensamente que vuelve al clima en el peor enemigo de la vida, en
la Tierra el proceso se encuentra regulado de manera natural a favor de la vida
en la misma. Si en la Tierra desestabilizamos el efecto invernadero a causa de la
emisión antropogénica de los gases que lo favorecen volveremos loco al clima,
elevando la temperatura global del planeta y fabricándonos una pesadilla. Exactamente
como sucede en Venus.
Pero
vayamos con los que sostienen, por el contrario, que la Tierra se está
enfriando y que vamos a volver a la era glacial. El escenario opuesto al
calentamiento global se llama oscurecimiento global (Global Dimming) y es
motivo de estudios entre la comunidad científica en los trabajos de
investigadores tales como Martin Wild del Instituto Federal Suizo de Tecnología
y R.T. Pinker de la Universidad de Maryland, aunque los pioneros son los
climatólogos Mikhail Ivanovich Budyko y Atsumu Ohmura. En la teoría del
oscurecimiento global se describe la reducción gradual de la cantidad de luz
solar que alcanza la superficie terrestre. El escenario más extremo que podría
derivarse de éste fenómeno es una era glacial extrema desde el ecuador hasta los
polos.
El
propio Budyko desarrolló un modelo numérico para investigar el efecto sobre el
clima por las variaciones de la radiación solar provocadas por el vulcanismo y
los ciclos de Milankovitch. El modelo de Budyko consideraba como parte
fundamental el mecanismo de retroalimentación del albedo a causa del hielo. El
modelo mostraba que este mecanismo al alcanzar un cierto valor de
retroalimentación se llegaba a descontrolar hasta el punto de poder ocasionar
una glaciación global o superglaciación. Escenario que actualmente se teoriza que
pudo haberse presentado en nuestro planeta, durante el periodo criogénico, unos
trescientos millones de años antes de la explosión cámbrica.
Ya
empieza a haber ejemplos de miedo a lo anteriormente descrito en la cultura
popular. En Rompenieves (Snowpiercer,
2013), la adaptación cinematográfica de la novela gráfica Le Transperceneige de
Lob, Legrand y Rochette, se parte de la premisa de un fallido experimento
climático que da como resultado un mundo glacial en donde los únicos
sobrevivientes viajan en un tren que da vueltas infinitas alrededor del mundo y
donde muchos de ellos sufren una brutal segregación debido a un rabioso sistema
de clases. El fallido experimento que origina la distopía es muy simple: la
saturación de la atmósfera con aerosoles para revertir los efectos del
calentamiento global.
Prefigurada
de manera fantástica en Sir August de Wynter, aquel personaje de la película The
Avengers (1998), en la actualidad existe una disciplina llamada
Geoingeniería que pretende manipular el clima a escala global para
contrarrestar los efectos del cambio climático. Una de las estrategias que
propone para la gestión de la radiación solar es precisamente la introducción
de aerosoles en la estratósfera. Un aerosol es básicamente eso… digamos, de una
manera muy burda, que si el confeti no cayera al suelo y se quedara flotando
por largo tiempo sería un aerosol. En el caso de las sustancias empleadas en la
estratosfera, para reducir la radiación solar sobre la superficie terrestre,
estamos hablando principalmente de compuestos como el anhídrido sulfúrico y el
ácido sulfúrico.
Hay
otras medidas propuestas por la geoingeniería no solo para la gestión de la
radiación solar sino también para reducir el dióxido de carbono presente en la
atmósfera: aumento del albedo, reflectores en el espacio exterior,
aforestación, carbón producido por pirolisis (órale), hacer crecer la biomasa
para luego quemarla, captura directa de dióxido de carbono y la fertilización
oceánica con hierro y otros nutrientes. De todos ellos se sospecha su
efectividad y se temen efectos adversos potenciales. Por eso se debate
acaloradamente en diversos foros sobre la viabilidad de la aplicación práctica
de esta novel ciencia.
A
pesar de que la geoingeniería no puede ejercer oficialmente al no lograr
consensuar porque no termina de convencer en lo moral hay quienes dicen que
comienzan a ver en el cielo evidencia de que secretamente lo hace. Cirro
estratos falsos son en realidad estelas químicas (chemtrails) rociadas de
manera secreta por el gobierno gringo y las industrias más poderosas del
planeta desde finales de los noventa con el fin de revertir los efectos del
cambio climático y así no tener necesidad de ratificar el Protocolo de Kioto
que los haría perder millones de dólares.
Dicen
los que saben de la conspiración mundial, que en el cielo hay nubes falsas que
se notan porque persisten durante horas, porque este fenómeno antes no pasaba,
porque provocan lluvia ácida y pierden sus cosechas, porque ofrecen patrones en
el cielo muy particulares como líneas paralelas o cruzadas, porque donde se han
avistado han aparecido enfermedades nuevas y poderosas, porque han visto
agujeros en las nubes y quien sabe que tantas cosas más. Nada de lo anterior
está validado científicamente pero el miedo a que nos estén rociando ha ido
posicionándose en el discurso de varios personajes públicos lo que ha asegurado
el éxito de las estelas químicas como una de las teorías de la conspiración más
populares hoy en día. Ahora resulta que, si nos vienen a contar cositas malas
del clima los del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC)
relajémonos porque dicen los que saben que los que mandan ya están tomando
cartas en el asunto para resolverlo aunque terminemos con un mundo un poquito
más oscuro y frío.
Que
se calienta, que se enfría, que se oscurece, que las nubes no cambian ni se
mueven. Se dicen tantas cosas, incluso a veces respaldadas con argumentos pseudocientíficos
que a los no entendidos nos dejan solo el acto de fe como parámetro de decisión
y da igual creerle a unos o a otros. Todo es cuestión de, una vez posicionados,
defender nuestras convicciones con pasión. Ya ven lo que se dice: Si te
lo quieres creer, entonces el hombre ya llegó a la Luna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario