Antes
de comenzar habrá que confesar que, aun a riesgo de provocar la ira de la
Profeco, las líneas que se leen a continuación tienen toda la mala intención de
acaparar la atención del lector por unos breves minutos. Y es que es alarmante
que el verano del 2012 se recuerde como aquel en el que a México le hicieron
falta huevos (a pesar de la protesta de la izquierda). Tan es así que el primer
magistrado de la nación ya ha anunciado que se permitirá ipso facto el ingreso de dicho producto desde el exterior para el
consumo nacional.
Hoy
el huevo comienza a escasear en los supermercados y, en algunos lugares de la
República Mexicana, la tapa de huevo cuesta lo que uno de Fabergé. Los
noticieros de plano ya advirtieron que entre que son peras o son manzanas (esto
es una frase hecha, recuerde que seguimos hablando de huevos) de aquí a
diciembre solo nos va a quedar el escuchar a Fito Olivares para encontrar otras
formas de que nos suba el colesterol.
Es
por eso que, la cultura no puede dejar de unirse al reclamo popular y alzar la
voz en contra de la escasez del blanquillo, lo suficientemente fuerte y claro para
que se escuche en todas las granjas avícolas del país. Mientras tanto, se
ofrece en este espacio, un pequeño reconocimiento a la huella que el producto
de gallina ha impreso en nuestra vida intelectual. Y para no citar a Cantinflas
a la hora de evaluar el costo del huevo porque después hay que pedir perdón por
la redundancia del gerundio, en lo cultural buscaremos parafrasear a María
Antonieta: “Si no podemos comer huevos, entonces
tomaremos rompope”.
…comienza espacio publicitario…
“El huevo es un alimento,
Sabroso, nutritivo, económico y completo.
Nos da energía y crecimiento”.
Por
eso:
“Durante todo el año, el huevo debe ser
Para todos
Nuestro mejor alimento”
¡¡¡¡EL
HUEVO!!!!
(Comercial
televisivo, 1980)
…fin de espacio publicitario…
¿En
que estábamos? ¡Ah sí! El huevo en la cultura*.
Volviendo
al punto: Podemos especular que la cuestión milenaria de ¿quién fue primero, la
gallina o el huevo? fue el detonador en la búsqueda de los orígenes del universo
y grandes corrientes del pensamiento se derivarían de alegorías míticas en la
Antigüedad. Por ejemplo, el Ying y el Yang son una especie de clara y yema en
el huevo del mundo chino. Por otro
lado, recordemos que los griegos opusieron el huevo órfico a la teogonía clásica de Hesíodo para ayudar a la
mitología a adquirir un perfil de religión posmoderna**.
Quizá la debilidad conceptual en estas corrientes de pensamiento estribe en que en la actualidad la ciencia no alcanza a vislumbrar la posibilidad de que entes tan espiritualmente dotados, como Pangu o Fanes, deriven de un huevo y den forma a la humanidad. Lo más que la prosaica realidad nos ofrece es la existencia de Hermenegildo el pollo que, en El Tesoro del Saber (Televisa, 1983), es el único vástago de gallina del que hay registro en nuestros días de haber recibido una educación formal como para poder acceder mayores niveles de conciencia. Aunque por otro lado, en estos tiempos tan banales, a lo más profundo y espiritual que puede aspirar un pollo es a cruzar la carretera.
Para zanjar definitivamente esta cuestión citaremos aquí al escritor y filósofo ingles Samuel Butler que a finales del siglo XIX sostuvo que: “Una gallina es solo la manera que tiene un huevo de hacer mas huevos”.
Quizá la debilidad conceptual en estas corrientes de pensamiento estribe en que en la actualidad la ciencia no alcanza a vislumbrar la posibilidad de que entes tan espiritualmente dotados, como Pangu o Fanes, deriven de un huevo y den forma a la humanidad. Lo más que la prosaica realidad nos ofrece es la existencia de Hermenegildo el pollo que, en El Tesoro del Saber (Televisa, 1983), es el único vástago de gallina del que hay registro en nuestros días de haber recibido una educación formal como para poder acceder mayores niveles de conciencia. Aunque por otro lado, en estos tiempos tan banales, a lo más profundo y espiritual que puede aspirar un pollo es a cruzar la carretera.
Para zanjar definitivamente esta cuestión citaremos aquí al escritor y filósofo ingles Samuel Butler que a finales del siglo XIX sostuvo que: “Una gallina es solo la manera que tiene un huevo de hacer mas huevos”.
Dejemos
aquí el asunto de los pollos (ya se ocuparan de ellos, a su debido tiempo, los
acaparadores) y circunscribamos nuestro discurso al ovoide. Es de destacar que
en uno de los episodios más trascendentales de la historia de la civilización
también estuvo presente un huevo. Con él, Colón pudo acallar a sus críticos en
la corte y continuar con la exploración de América. Esto ha sido debidamente
documentado por Sabina y Gurruchaga (1992) y la Trinca catalana (1986). Lo
único que no queda claro es la fuerza exacta en newtons que necesita un
individuo para poner un huevo de pie achatando uno de sus lados (además habría
que definir cuál lado) sin estrellarlo.
También
en la pintura el huevo es un tema recurrente. El más famoso de sus adeptos fue
Salvador Dalí que lo identificaba con su ser en la etapa prenatal, la cual
decía recordar. Una rápida ojeada a la obra del pintor catalán nos muestra que
esta tiene muchos huevos: Huevos Fritos
en un Plato sin el Plato (1932), La Metamorfosis de Narciso (1937) y Niño
Geopolítico observando el Nacimiento del Nuevo Hombre (1943), son solo algunas.
Escultóricamente también lo ensayó mucho, siendo sus huevos más famosos: las
almenas de la Torre Galatea en Figueres.
Del
resto de la cultura popular ¿Qué podemos decir? Hay personajes indelebles que se
identifican con nuestro amigo el ovoide. Entre ellos Huevoduro, el entrañable
amigo de Condorito, que en realidad nada tiene que ver con los huevos, pero nos
recuerda mucho a uno. Y, por supuesto, los reyes del género: los Huevocartoons.
Esa divertida canasta con los personajes más variados y pintorescos que se
pueden encontrar en un cartón animado: filósofos, rancheros, políticos,
maestros zen, estrellas pop, asesinos y unos beodos huevos poetas que celebran
a la vida como si fuera una mujer de su misma naturaleza: ¡Oh hermosa hueva!
En
la literatura Kafka se lo perdió, pudo haber convertido a Gregorio Samsa en un
huevo vagando solo por las calles en medio de la noche, que al sentir los pasos
amenazantes de una turba hambrienta que lo persigue, comenzara a escapar a toda
velocidad y sin rumbo por una ciudad laberíntica hasta esconderse en un oscuro
callejón. Ese es el escenario en un mundo donde los acaparadores han ganado y
no queda más que el hambre y la desesperación del pueblo. El pequeño huevo
mientras resopla esperando un milagro que lo saque de ahí, descubre que no está
solo, una rebanada de jamón lo observa mientras fuma plácidamente (es un jamón
ahumado) y le dice: “No te preocupes, yo te salvaré, escóndete detrás de mí. A
mi estos güeyes ni me conocen”. Se lo perdió, repito, prefirió esa absurda
historia sin moraleja del insecto. Con esta al menos nos habría dejado la
esperanza.
*Que no es lo mismo que la Cultura del Huevo. Para el
estudio de este tema consultar los libros de Suzanne Cane y Olvera.
**Posmodernidad del siglo VI antes de Cristo, todo hay
que decirlo.
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