lunes, 27 de agosto de 2012

Un Artículo de Huevos



Antes de comenzar habrá que confesar que, aun a riesgo de provocar la ira de la Profeco, las líneas que se leen a continuación tienen toda la mala intención de acaparar la atención del lector por unos breves minutos. Y es que es alarmante que el verano del 2012 se recuerde como aquel en el que a México le hicieron falta huevos (a pesar de la protesta de la izquierda). Tan es así que el primer magistrado de la nación ya ha anunciado que se permitirá ipso facto el ingreso de dicho producto desde el exterior para el consumo nacional.

Hoy el huevo comienza a escasear en los supermercados y, en algunos lugares de la República Mexicana, la tapa de huevo cuesta lo que uno de Fabergé. Los noticieros de plano ya advirtieron que entre que son peras o son manzanas (esto es una frase hecha, recuerde que seguimos hablando de huevos) de aquí a diciembre solo nos va a quedar el escuchar a Fito Olivares para encontrar otras formas de que nos suba el colesterol.

Es por eso que, la cultura no puede dejar de unirse al reclamo popular y alzar la voz en contra de la escasez del blanquillo, lo suficientemente fuerte y claro para que se escuche en todas las granjas avícolas del país. Mientras tanto, se ofrece en este espacio, un pequeño reconocimiento a la huella que el producto de gallina ha impreso en nuestra vida intelectual. Y para no citar a Cantinflas a la hora de evaluar el costo del huevo porque después hay que pedir perdón por la redundancia del gerundio, en lo cultural buscaremos parafrasear a María Antonieta: “Si no podemos comer huevos, entonces tomaremos rompope”.

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El huevo es un alimento,
Sabroso, nutritivo, económico y completo.
Nos da energía y crecimiento”.
Por eso:
Durante todo el año, el huevo debe ser
Para todos
Nuestro mejor alimento

¡¡¡¡EL HUEVO!!!!

(Comercial televisivo, 1980)

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¿En que estábamos? ¡Ah sí! El huevo en la cultura*.

Volviendo al punto: Podemos especular que la cuestión milenaria de ¿quién fue primero, la gallina o el huevo? fue el detonador en la búsqueda de los orígenes del universo y grandes corrientes del pensamiento se derivarían de alegorías míticas en la Antigüedad. Por ejemplo, el Ying y el Yang son una especie de clara y yema en el huevo del mundo chino. Por otro lado, recordemos que los griegos opusieron el huevo órfico a la teogonía clásica de Hesíodo para ayudar a la mitología a adquirir un perfil de religión posmoderna**.

Quizá la debilidad conceptual en estas corrientes de pensamiento estribe en que en la actualidad la ciencia no alcanza a vislumbrar la posibilidad de que entes tan espiritualmente dotados, como Pangu o Fanes, deriven de un huevo y den forma a la humanidad. Lo más que la prosaica realidad nos ofrece es la existencia de Hermenegildo el pollo que, en El Tesoro del Saber (Televisa, 1983), es el único vástago de gallina del que hay registro en nuestros días de haber recibido una educación formal como para poder acceder mayores niveles de conciencia. Aunque por otro lado, en estos tiempos tan banales, a lo más profundo y espiritual que puede aspirar un pollo es a cruzar la carretera.

Para zanjar definitivamente esta cuestión citaremos aquí al escritor y filósofo ingles Samuel Butler que a finales del siglo XIX sostuvo que: “Una gallina es solo la manera que tiene un huevo de hacer mas huevos”.

Dejemos aquí el asunto de los pollos (ya se ocuparan de ellos, a su debido tiempo, los acaparadores) y circunscribamos nuestro discurso al ovoide. Es de destacar que en uno de los episodios más trascendentales de la historia de la civilización también estuvo presente un huevo. Con él, Colón pudo acallar a sus críticos en la corte y continuar con la exploración de América. Esto ha sido debidamente documentado por Sabina y Gurruchaga (1992) y la Trinca catalana (1986). Lo único que no queda claro es la fuerza exacta en newtons que necesita un individuo para poner un huevo de pie achatando uno de sus lados (además habría que definir cuál lado) sin estrellarlo.

También en la pintura el huevo es un tema recurrente. El más famoso de sus adeptos fue Salvador Dalí que lo identificaba con su ser en la etapa prenatal, la cual decía recordar. Una rápida ojeada a la obra del pintor catalán nos muestra que esta tiene muchos huevos: Huevos Fritos en un Plato sin el Plato (1932), La Metamorfosis de Narciso (1937) y Niño Geopolítico observando el Nacimiento del Nuevo Hombre (1943), son solo algunas. Escultóricamente también lo ensayó mucho, siendo sus huevos más famosos: las almenas de la Torre Galatea en Figueres.

Del resto de la cultura popular ¿Qué podemos decir? Hay personajes indelebles que se identifican con nuestro amigo el ovoide. Entre ellos Huevoduro, el entrañable amigo de Condorito, que en realidad nada tiene que ver con los huevos, pero nos recuerda mucho a uno. Y, por supuesto, los reyes del género: los Huevocartoons. Esa divertida canasta con los personajes más variados y pintorescos que se pueden encontrar en un cartón animado: filósofos, rancheros, políticos, maestros zen, estrellas pop, asesinos y unos beodos huevos poetas que celebran a la vida como si fuera una mujer de su misma naturaleza: ¡Oh hermosa hueva!

En la literatura Kafka se lo perdió, pudo haber convertido a Gregorio Samsa en un huevo vagando solo por las calles en medio de la noche, que al sentir los pasos amenazantes de una turba hambrienta que lo persigue, comenzara a escapar a toda velocidad y sin rumbo por una ciudad laberíntica hasta esconderse en un oscuro callejón. Ese es el escenario en un mundo donde los acaparadores han ganado y no queda más que el hambre y la desesperación del pueblo. El pequeño huevo mientras resopla esperando un milagro que lo saque de ahí, descubre que no está solo, una rebanada de jamón lo observa mientras fuma plácidamente (es un jamón ahumado) y le dice: “No te preocupes, yo te salvaré, escóndete detrás de mí. A mi estos güeyes ni me conocen”. Se lo perdió, repito, prefirió esa absurda historia sin moraleja del insecto. Con esta al menos nos habría dejado la esperanza.

*Que no es lo mismo que la Cultura del Huevo. Para el estudio de este tema consultar los libros de Suzanne Cane y Olvera.
**Posmodernidad del siglo VI antes de Cristo, todo hay que decirlo.


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