lunes, 18 de julio de 2011

La Rebelión de los Colgados














Sin el permiso de Bruno Traven

Cada quien tiene derecho a perder el tiempo de la manera en que más le acomode y al parecer la física moderna es muy creativa en este aspecto.

La lectura de está semana correspondió a “El Universo Elegante” que trata sobre "las supercuerdas". El prólogo anima al lector porque el autor, Brian Greene de la Universidad de Columbia, promete explicarlo “todo” de la manera más simple posible. Tomando en cuenta que es la teoría que explora los límites del conocimiento humano es una invitación difícil de rechazar, aunque parecería de antemano que el autor se echó la soga al cuello.

Pero veamos. Despacito, como quien camina por la cuerda floja, uno va recogiendo los conceptos que arrancan justamente desde donde se queda el modelo estándar de las partículas fundamentales.

La teoría de "las supercuerdas" las examina desde más cerca y revela que en realidad no son particulas materiales puntuales sino formas de energía de escala muy reducida y gran densidad en comparación con el resto del campo que las constituye y cuyos modos de vibración (de las cuerdas) les confieren sus características particulares, de esta forma como las cuerdas de un violín si vibran unas más vigorosamente que otras producen notas distintas (hasta aquí Pitágoras puede sonreír y desempolvar su teoría de la "Armonía de las Esferas").

De esta manera con los diferentes tipos de vibraciones se pueden relacionar los diferentes tipos de particulas: los fotones, los fermiones, los gluones y todo aquello que termine en "ones", excepto (la verdad todo estaba muy bonito hasta ahora)...excepto los taquiones, que son una variedad negativa de vibración, lo que entre otras cosas quiere decir que son particulas que viajan al revés y mas rápido que la luz…uf! one, two, tres, ¿quieres que te lo cuente otra vez?

Aqui es donde el hilo de las dichosas supercuerdas se empieza a deshilachar y solo el que sea muy reata es capaz de trenzarlo de nuevo. Porque para evitar tan retrógrada comportamiento del taquión, los físicos han dicho que de la única forma en que sus ecuaciones no arrojan la tan anatemizada partícula es cuando realizan los cálculos dentro de un marco de referencia que considere 10 dimensiones: 9 de ellas espaciales y 1 temporal (menos mal porque cuando uno le entienda como funcionan las 9 dimensiones espaciales nada mas se hace guey una vez).

Total a partir de ahí el autor se tira un rollo de cómo funcionaría un universo con tres dimensiones espaciales extendidas, 6 arrolladas a la escala de Planck y una contando.

Un verdadero dolor de cabeza.

Un profesor universitario daba siempre un consejo muy sabio, de hecho, según algunos condiscípulos, es la frase más llena de sabiduría que un ser humano ha compartido alguna vez. La frase rezaba más o menos así: "Cuando la ecuación se complica demasiado, generalmente es porque algo está podrido", y parece ser que es exactamente lo que pasa aquí, con todo respeto no da la impresión de que tengan la respuesta al principio de todas las cosas, ni siquiera que se asomen un poquito. Según Greene es lo más cerca que el hombre ha estado del pensamiento de Dios. Mas pareciera que Dios, mientras juega al cubilete y escucha a José Alfredo, ha de decir que los científicos se cuelgan con la teoría de los supermecates.

Es difícil que la solución a “todo” esté rizando el rizo de las matemáticas y la propuesta de idílicas topologías. Einstein nada mas usó una sábana y una pelota...y después calculó, no al revés. El día que alguien encuentre la respuesta al principio fundamental de todas las cosas lo va a hacer así de sencillo...o más.

Dice el escritor Mauricio Ortiz que la cordura es la cuerda con que se amarra a la carne la locura. Por alguna razón se antoja desconfiar de la cordura con que está pensada esta teoría. De cualquier manera, para seguir citando a Ortiz (esta vez parafraseando a Kafka), “el camino de la neta corre sobre una cuerda estirada no a gran altura sino apenas sobre el suelo: diseñada más para tropezarse que para caminar por ella”.

Pero si a pesar de todo la intención del lector es perderse en ambientes conceptualmente barrocos y así sentirse mas inteligente, es mejor cerrar el libro y escuchar la sinfonía para cuerdas en do mayor de Vivaldi.


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