Algunas
veces no me encuentro muy católico y no puedo dormir. Pues bien, en una de esas
noches de insomnio, comenzaron a dar vueltas por mi cabeza las posibles razones
para comprender la inquina del Sanedrín en contra de Jesucristo en la hora de
su Pasión. No creía que por el simple hecho de andar predicando cosas
contrarias a la ley mosaica se hubiese ganado esa animadversión tan feroz que
reclamó incluso su vida. No así de simple. En sus palabras ni siquiera había
insinuaciones de insurgencia como en las de los zelotas. Me imaginaba que en
una sociedad con tan larga tradición en estridencias proféticas como la
israelita la presencia de voces predicando diferentes versiones sobre la voluntad
de Dios debió haber sido un fenómeno bastante corriente y no parece práctico
que saduceos y fariseos invirtieran su valioso tiempo en perseguir a tanto
desocupado, en lugar de dedicarse a las labores propias de su templo donde
seguramente sería mejor remunerado el esquilmar ovejas. De hecho, en esa misma
época, alguien tan radical como Juan el Bautista es encerrado por censurar
públicamente el concubinato de Herodes Antipas con Herodías y no por su postura
religiosa.
Como
a eso de las tres de la madrugada, poco antes de quedarme dormido con la
satisfacción del deber cumplido, saqué dos conclusiones muy sólidas: primero
que el Sanedrín estaba realmente aterrorizado por la resurrección de Lázaro y
segundo que Jesucristo lo resucitó precisamente con la intención de provocar. A
la primera conclusión llegué pensando en que la lógica de mercado ha
prevalecido en el mundo por los siglos de los siglos y no tendría por qué ser
distinto en la época de Tiberio. Así que, mientras a Caifás no le llegaran con
el chisme de que Jesucristo anduviera cobrando diezmos que les correspondieran
a ellos no veo porque no lo habían de dejar predicar. Pero eso de resucitar a
un tipo ya es otra cosa. En el negocio del miedo, la promesa de otra vida
después de la muerte con una cierta regulación respecto del bienestar en ella
por medio de los sacerdotes del templo, se podía venir abajo si la gente
comenzaba a visitar dicho plano y regresar a este mundo a contar lo que había
visto, sentido y oído contrariando lo que por intuición aseguraban las voces
autorizadas del templo. En lo que se refiere a la provocación deliberada de
Jesucristo al Sanedrín para mí está claro. En el Evangelio dice que Jesús se
tomó su tiempo a pesar de que los emisarios que venían desde Betania lo urgían
para que llegara con el enfermo antes de que expirara. En lo personal descarto
que la demora haya sido por pereza o por hacerse el interesante. Jesús sabía
que en pocos días se iba a celebrar la Pascua y que la noticia de un resucitado
iba a dar que hablar entre la multitud que asistiera a Jerusalén por tal
motivo.
Una
hora después me desperté a dar pilón: ¿Y Lázaro?... Pensándolo bien, en todo
este asunto se ha minimizado injustamente la figura de Lázaro. En la Biblia se
queda como una referencia secundaria cuando de hecho debiera ser una figura más
principal porque no solamente provocó el desenlace de la historia más grande jamás contada sino que la sobrevivió muchos
años. Hay quienes señalan que después de los hechos arriba señalados, Lázaro
vivió una vida tranquila y murió, algunas décadas después de su primer deceso,
de… muerte natural, o sea, cualquier cosa que eso signifique. Es una lástima
que no exista, ni siquiera como apócrifo, el Libro de Lázaro para
darnos una idea de cómo vive un resucitado sobre la Tierra. Ofrecería muchas
pistas a la medicina moderna. Por ejemplo, esa afirmación de que Lázaro vivió
una vida tranquila post mortem no parece muy convincente. Seguramente se fue a
vivir a lado de la casa de algún doctor porque después de levantarse de la
tumba debió haber andado descompensado por un buen tiempo.
Afortunadamente
la ciencia moderna ha acudido en ayuda de los exégetas para que expíen el pecado
de omisión. El doctor Frédéric Saldmann publicó recientemente un libro sobre
prevención de la salud que rompió récord de ventas en Francia y en el Epílogo
del mismo se muestra más que optimista respecto a las posibilidades de la
ciencia moderna en muchos campos. Entre otras cosas y casos, cuenta la historia
de una rana que vive en los bosques del norte de Canadá conocida con el nombre
científico de Rana sylvatica. Este
simpático animalito que seguramente es bueno saltando en las rectas numéricas,
como cualquier rana que se respete, tiene además la particularidad de
resucitar.
Resulta
que esta rana entra en congelación y se criogeniza totalmente cuando la
temperatura ambiente baja de los -7°C. Una vez congelada, obviamente, muere. Su
corazón se detiene totalmente y un encefalograma en estas condiciones nos ofrece
una mortal línea recta. Ambos criterios suficientes para expedirle oficialmente
un acta de defunción. Sin embargo, cuando sube la temperatura y se devuelve el
calor al ambiente, la muy sinvergüenza revive. Así nada más. Como si nada. Su
corazón vuelve a latir y el cerebro a funcionar sin dañarse la memoria. Sin
electrochoques, inyecciones especiales o administración de oxígeno. Esto es, el
batracio es capaz de protegerse mediante un proceso natural de crio
conservación.
Lo
que hace la rana no es desconocido para la ciencia pero todavía no se sabe lo
suficiente para que pueda aplicarse a los humanos. Lo más que la crionización o
criogenización nos puede ofrecer por el momento es almacenar a alguien
clínicamente muerto en nitrógeno líquido a una temperatura de -196°C y ser
conservado así hasta que se descubra una técnica científica para la resurrección.
El resultado es similar a lo que pasó con Otzi, que apareció en el norte de
Italia después de aproximadamente 5,000 años en perfecto estado de
conservación. Solo que para la mala suerte de este hombre del calcolítico la
ciencia aún no ha resuelto como volver a la vida casos como el suyo y Otzi ha
tenido que acabar en un museo.
A
diferencia de Otzi, al cual el medio ambiente lo preservó en hielo de manera natural
e involuntaria, el beisbolista Ted Williams, leyenda de los Medias Rojas de Boston, ha sido puesto
en crio preservación después de su muerte. También se cuenta de Walt Disney
aunque lo más probable es que esto no sea más que una leyenda urbana. Pero, ¿porque
esperar a morir para empezar la hibernación?... ¿Porque no simplemente ponernos
a dormir en frío y que nos despierten cuando ya el mundo funcione bien?...
El
problema de la crio conservación con organismos vivos enteros es que con el
frío se forman espículas de hielo que destruyen todas las células,
transformándolas en una especie de papilla. La Rana sylvatica para evitarlo fabrica su propio anticongelante que
protege sus células de la destrucción por tales espículas. El anticongelante es
una especie de azúcar. En temperaturas bajo cero, el hígado de la rana segrega
cantidades impresionantes de glucógeno que actúa como anticongelante. Los
científicos que estudian este campo de la medicina tratan de comprender como es
que la rana consigue todo esto de manera natural y si de alguna forma lo podría
replicar nuestro organismo.
De
todo esto me queda la siguiente reflexión: Si la ciencia de la medicina tiene
éxito en este campo tendremos que replantear los fundamentos de la tanatología.
Pero aquí entre nos, confieso que, en lo personal, me da más curiosidad saber
cómo va a resolver el Seguro Social el lío que se le va a hacer con los
reingresos y las pensiones.
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