miércoles, 13 de agosto de 2008

El Album Blanco



Para conocer el significado de la palabra ecléctico tenemos dos opciones. Una es hacer una atenta visita al diccionario, que nos referirá a una de esas doctrinas filosóficas de la antigua Grecia y otra, la más fácil y divertida para la gente ocupada del siglo XXI, es simplemente escuchar el “Album Blanco” de los Beatles.

Rishikesh es una ciudad al norte de la India, a orillas del río Ganges, en la falda de la cordillera del Himalaya. Por mucho tiempo ha sido considerado un sitio sagrado por los hinduistas y el lugar perfecto para escapar de un mundo violento y perverso con el fin de darle reposo al alma. A principios de 1968, John, Paul, Ringo y George, aprovecharon un retiro espiritual, en este inspirador y místico paraje, para componer la mayoría de los temas de su emblemático y minimalista disco doble. La intención inicial no era esa en realidad, pero el proceso creativo derivado de la regeneración espiritual de los artistas, bajo la guía del Maharishi Mahesh Yogi, y el reencuentro con su yo colectivo iba a significar, de una u otra forma, una experiencia de extraordinario provecho en la vida de todos.

Rishikesh no produjo la simbiosis esperada, por el contrario, el “Album Blanco” marca el inicio del desmembramiento de la mítica banda inglesa al abrirle paso al proceso creativo individual y reducir la tolerancia de los miembros del grupo respecto de su ambiente asociado. En otras palabras, en Rishikesh pasó algo que hizo a los Beatles conscientes de estar hartos de ellos mismos, quizá por eso Lennon le reclamará indefinidamente al Maharishi (acompañado de un coro universal): “Sexy Sadie, what have you done?…”

Abandonar la India, regresar a los estudios de grabación y contar musicalmente lo que allá sucedió y compartirlo con el público por medio del “Album Blanco” fue una catarsis para la banda, pero a su vez significó la encrucijada en la cual cada uno comenzaría a caminar por separado, aunque restaran aun dos discos mas por realizar, este trabajo vendría a ser un verdadero punto de quiebra para el funcionamiento colectivo de los Beatles.

Pero inspiración es inspiración, tampoco es que nos estemos quejando y las musas, durante los meses que duró el retiro, la regalaron a montones entre los miembros del grupo. Se puede constatar incluso con Ringo Starr en el velado reclamo que hace a sus compañeros con “Don’t Pass Me By”. De hecho, a su vuelta a Londres y comenzar las grabaciones del album, Ringo renunció a la banda al sentir que debido a su falta de creatividad, los demás lo habían comenzado a relegar. A las dos semanas regresó al estudio, olvidó sus diferencias (principalmente con Paul) y tomó su puesto en la batería como si nunca hubiera pasado nada.

George Harrison por su parte comenzó a ganar un sitio de mayor respeto como compositor dentro de una sociedad completamente dominada por los dos genios que eran Lennon y McCartney. En un primer borrador se consideraron cinco de sus creaciones para el disco, quedando en la edición final solo dos de ellas, que son consideradas de culto desde entonces: “While My Guitar Gently Weeps”, creada con la ayuda de Eric Clapton y el I Ching y la orwelliana “Piggies” que nos trae reminiscencias de “Rebelión en la Granja” en su contenido de crítica social.

Paul McCartney. Siempre melódico. Siempre prolífico. Mientras estuvo en la India encontró inspiración en todo lo que lo rodeaba, lo mismo en el gorjeo de un pájaro para crear “Blackbird”, como en la naturaleza misma para “Mother Nature’s Son”. Sus musas eran tan variadas como su novia Linda para “I Will”, su propia mascota en “Martha My Dear” o gente definitivamente anónima e irrelevante como Desmond y Molly en “Ob-La-Di Ob-La-Da”. Le sobró inspiración incluso para parodiar el estilo de Bob Dylan en “Rocky Racoon”, al grupo The Who en “Helter Skelter” y, con la ayuda de Mike Love, a los Beach Boys y a Chuck Berry en “Back in USSR”.

A diferencia de Paul, John Lennon, encontró que sus flujos creativos se derivaban de dos fuentes bien definidas: Yoko Ono y sus propios ideales, lo cual lo marcaría para el resto de su carrera hasta su muerte en 1980. “I’m so Tired” y “Julia” hablaban de su estado de ánimo, la primera y de su madre, la segunda, pero ambas tenían a Yoko como puerto seguro, como la roca desde la que se puede asomar hacia su infinito interior sin miedo a caerse. “Dear Prudence”, “Sexy Sadie” y “The Continuing Story of Bungalow Bill” son reacciones honestas a su experiencia en la meditación trascendental, en la primera trata de salvar a la hermana de Mia Farrow de ser absorbida por su propio esfuerzo de alcanzar la espiritualidad y en la segunda denuncia la falsedad de su mentor después de enterarse de su abuso de confianza en la persona de la famosa actriz. En la tercera denuncia la hipocresía de uno de sus compañeros de retiro al pretender elevar su alma mediante las enseñanzas de la filosofía oriental mientras se da tiempo para ir a matar animales solo por diversión. Pero la parte mas importante en su evolución y definición como símbolo de la próxima generación termina de definirse aquí, ahora uno puede escuchar los acordes de “Happiness is a Warm Gun” mientras mira las fotos que la revista Life publicó de los asesinatos de Robert Kennedy y Martin Luther King en ese año, o sentir la estridencia de “Revolution” al compás de la marcha de los estudiantes durante el mayo de Paris y la noche de Tlatelolco, o el avance de los tanques soviéticos durante la primavera de Praga.

En el año en que el “Álbum Blanco” vio la luz, los Beatles eran el grupo musical de mayor influencia en el mundo. Los medios masivos de comunicación y los filósofos baratos se desesperaban por descifrar los mensajes ocultos que estos cuatro profetas modernos escondían en las letras de sus canciones. El propio Lennon hacia mofa de esto en una de las piezas del disco llamada “Glass Onion”. Pero hubo quien no lo entendió así, y poniendo juntas “Sexy Sadie”, "Revolution”, “Piggies”, “Blackbird”, “Helter Skelter” y su propia estupidez y mala leche se dio a la tarea de ser el ejecutor de la profecía que los mesiánicos ángeles de Liverpool supuestamente anunciaban, su nombre: Charles Manson. Manson entendió que el nuevo disco de los Beatles era una especie de Libro de las Revelaciones que ordenaba a un brazo ejecutor (por cierto, él, su novia Sexy Sadie y el resto de su familia) llamara a la rebelión (Revolution) a la oprimida raza negra, celebrada en “Blackbird” contra la tiranía de los blancos burgueses “Piggies” mediante el caos provocado en el “tobogán” que lleva al fin del mundo (Helter Skelter). Así que se resolvió a poner el ejemplo a los oprimidos respecto de la conducta seguir con la sociedad masacrando algo de gente bonita en una mansión de Beverly Hills, entre la que se encontraba la actriz Sharon Tate. Mas que cumplir con un mandato divino, Manson encontró en los mensajes ocultos del disco de los Beatles la excusa perfecta para vengar su propio ego herido al atacar la casa donde había vivido Terry Melcher, un productor musical que lo había rechazado algunos años antes por mediocre, sin talento y muy posiblemente también por chaparro, marihuano y no bañarse.

Afortunadamente el resto del mundo ha aceptado una influencia mas positiva y trascendente de la música del cuarteto de Liverpool ofrecida en ese disco doble, y aunque nos cueste trabajo aceptarlo como un trabajo en conjunto, entendemos que tenía que ser “ecléctico” para dar cabida al talento musical de Paul McCartney, al pacifismo de Lennon, al misticismo de Harrison, al buen humor de Ringo y abrir de este modo la puerta a la carrera de los cuatro como artistas en solitario. No había mas espacio para crecer juntos y su influencia individual se dejaría sentir en la música en las décadas siguientes. A nosotros, si queremos entender las raíces de muchas de las cosas que escuchamos en el radio hoy en día, nos queda de herencia la oportunidad de escuchar el noveno album de los Beatles. Un disco doble, que el cuarteto de Liverpool grabara en 1968, llamado simplemente “The Beatles”, pero que es mejor conocido en el mundo de la cultura popular como el mítico y legendario “Álbum Blanco”.

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