Si nos lo preguntaran directamente seguramente lo negaríamos, es mas, acusaríamos a quien lo propugne de retrógrada e incivilizado, pero es muy diferente hablar a tener que decidir y en los últimos días me he dado cuenta de que si quiero hacerle honor a la verdad debo confesar que… sí… ¡simpatizo con la censura!
¿Algún problema?
Y es que cuando uno siente la responsabilidad de mostrar lo adecuado necesita deshacerse de lo inconveniente, le pese a quien le pese. En otras palabras, reconozco que uno de mis personajes favoritos en el cine es aquel que hacia Bruno Kirby en “Good Morning Vietnam”, donde le pasaba tijera a las notas informativas de Robin Williams.
Ahora comprendo a Kirby, ya que de tarde en tarde me toca cuidar a Andrea, mi sobrinita de tres años, y me siento con la responsabilidad de no inducir en ella ningún mal ejemplo y cuido que todas las cosas con las que juega tengan un sentido provechoso y formativo; por ejemplo, le he estado explicando como funciona mi calculadora científica y le leo de vez en vez algún poema de Walt Whitman para que se vaya civilizando. Pero esta futura juventud ya trae la semilla del mal, y mi sobrina no se esta quieta hasta que me harta y me obliga a ponerle un CD de Cri Cri que le compró su papá.
¡Ahhhh!...Pero no vayan a creerme tan irresponsable de dejarla que lo escuche así como así. Primero le selecciono los temas que puede oír, por aquello de los mensajes subliminales. No quiero que se afecte de manera inconsciente de toda la mala intención oculta en las historias de un montón de personajes disfuncionales.
Por ejemplo, le quite “La muñeca fea” porque creo que es de muy mal gusto por parte de Don Gabilondo eso de estar exhibiendo a la gente en estados maníaco-depresivos que pueden dejarle una huella negativa imborrable a mi pobre sobrina, y luego las soluciones mal planteadas que ofrece… ¿qué es eso de “te quiere la escoba y el recogedor”?... como si juntarse con jodidos le arreglara la vida. Si de veras la quisieran ayudar, a ver, porque no le regalan una tarjeta de crédito con la que pronto se le olvidaría cualquier bronca.
Le quité “Los tres cochinitos” porque a mi esos sinvergüenzas no me engañan, y mucho menos el mas pequeño de los tres. Ese “mosca muerta” algo rompió y no quiere decir, de ahí que quiera ganarse una lana para ayudar a la pobre mamá: ayudarla a que no le acomode sus pescozones. Pero si escuchan bien la canción se van a dar cuenta de que la de la culpa de todo es precisamente la mamá, con los muchos besitos que les da. Y si no me creen analícenlo: el primero es un triste megalómano que se va a morir diabético, el segundo es un completo “looser” y “el más pequeño de los tres”… bueno, de ese ya no quiero hablar porque se me hace el más chueco.
“La marcha de las letras” se me hace una canción fascista. “Papá elefante”, un atentado contra la autoridad paterna. La princesa Caramelo de “Bombón I” se me hace una méndiga bruja interesada que puede pervertir a Andrea a tan tierna edad. Considero que la “Negrita cucurumbé” tiene una enorme carga erótica, y además creo que “el pescado con bombín” es su padrote. El “Negrito bailarín” a mi se me hace que es gay, y “Teté” ha de andar en malos pasos por eso no se quiere meter.
Pero no crean que todo es malo. En ocasiones la dejo escuchar cosas como “Caminito de la escuela”, para que se acuerde de sus amiguitos y “El chorrito”, para que vaya entendiendo el ciclo del agua.
Por lo demás, me siento muy orgulloso de estar formando a mi sobrina con una visión clara de la vida que le permita crecer como una niña sana y normal.
¿No creen?
¿Algún problema?
Y es que cuando uno siente la responsabilidad de mostrar lo adecuado necesita deshacerse de lo inconveniente, le pese a quien le pese. En otras palabras, reconozco que uno de mis personajes favoritos en el cine es aquel que hacia Bruno Kirby en “Good Morning Vietnam”, donde le pasaba tijera a las notas informativas de Robin Williams.
Ahora comprendo a Kirby, ya que de tarde en tarde me toca cuidar a Andrea, mi sobrinita de tres años, y me siento con la responsabilidad de no inducir en ella ningún mal ejemplo y cuido que todas las cosas con las que juega tengan un sentido provechoso y formativo; por ejemplo, le he estado explicando como funciona mi calculadora científica y le leo de vez en vez algún poema de Walt Whitman para que se vaya civilizando. Pero esta futura juventud ya trae la semilla del mal, y mi sobrina no se esta quieta hasta que me harta y me obliga a ponerle un CD de Cri Cri que le compró su papá.
¡Ahhhh!...Pero no vayan a creerme tan irresponsable de dejarla que lo escuche así como así. Primero le selecciono los temas que puede oír, por aquello de los mensajes subliminales. No quiero que se afecte de manera inconsciente de toda la mala intención oculta en las historias de un montón de personajes disfuncionales.
Por ejemplo, le quite “La muñeca fea” porque creo que es de muy mal gusto por parte de Don Gabilondo eso de estar exhibiendo a la gente en estados maníaco-depresivos que pueden dejarle una huella negativa imborrable a mi pobre sobrina, y luego las soluciones mal planteadas que ofrece… ¿qué es eso de “te quiere la escoba y el recogedor”?... como si juntarse con jodidos le arreglara la vida. Si de veras la quisieran ayudar, a ver, porque no le regalan una tarjeta de crédito con la que pronto se le olvidaría cualquier bronca.
Le quité “Los tres cochinitos” porque a mi esos sinvergüenzas no me engañan, y mucho menos el mas pequeño de los tres. Ese “mosca muerta” algo rompió y no quiere decir, de ahí que quiera ganarse una lana para ayudar a la pobre mamá: ayudarla a que no le acomode sus pescozones. Pero si escuchan bien la canción se van a dar cuenta de que la de la culpa de todo es precisamente la mamá, con los muchos besitos que les da. Y si no me creen analícenlo: el primero es un triste megalómano que se va a morir diabético, el segundo es un completo “looser” y “el más pequeño de los tres”… bueno, de ese ya no quiero hablar porque se me hace el más chueco.
“La marcha de las letras” se me hace una canción fascista. “Papá elefante”, un atentado contra la autoridad paterna. La princesa Caramelo de “Bombón I” se me hace una méndiga bruja interesada que puede pervertir a Andrea a tan tierna edad. Considero que la “Negrita cucurumbé” tiene una enorme carga erótica, y además creo que “el pescado con bombín” es su padrote. El “Negrito bailarín” a mi se me hace que es gay, y “Teté” ha de andar en malos pasos por eso no se quiere meter.
Pero no crean que todo es malo. En ocasiones la dejo escuchar cosas como “Caminito de la escuela”, para que se acuerde de sus amiguitos y “El chorrito”, para que vaya entendiendo el ciclo del agua.
Por lo demás, me siento muy orgulloso de estar formando a mi sobrina con una visión clara de la vida que le permita crecer como una niña sana y normal.
¿No creen?
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